Crónica:LA CRÓNICA

La guerra de los ayuntamientos

La renovada y feroz campaña de Euskal Herritarrok para intimidar a los alcaldes y concejales del PSOE y del PP presagia que este mes de julio va a ser especialmente duro. Las antiguas guerras de las banderas pueden convertirse en una 'guerra de ayuntamientos' en la que los plenos se transformen en violentos actos de propaganda. Y sobre todo en actos públicos en los que las amenazas se vuelvan tan explícitas como en los peores tiempos, sin que el Gobierno vasco parezca tener capacidad para garantizar el normal juego democrático de las instituciones locales. Algo que es especialmente dramático c...

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La renovada y feroz campaña de Euskal Herritarrok para intimidar a los alcaldes y concejales del PSOE y del PP presagia que este mes de julio va a ser especialmente duro. Las antiguas guerras de las banderas pueden convertirse en una 'guerra de ayuntamientos' en la que los plenos se transformen en violentos actos de propaganda. Y sobre todo en actos públicos en los que las amenazas se vuelvan tan explícitas como en los peores tiempos, sin que el Gobierno vasco parezca tener capacidad para garantizar el normal juego democrático de las instituciones locales. Algo que es especialmente dramático cuando falta tan poco tiempo para las nuevas elecciones municipales.

EH, según los socialistas, está acentuando el acoso contra los concejales no nacionalistas hasta el extremo de no dejarles ejercer su trabajo y de 'hacerles pagar' la recién aprobada Ley de Partidos Políticos. Los afectados se quejan de que, una vez más, el Gobierno y las instituciones vascas están reaccionando con exasperante lentitud y, sobre todo, sin una auténtica estrategia que sirva para contrarrestar esta nueva operación de EH. El mes de julio, afirman, va a ser terrible.

La decisión de EH de 'hacer pagar' a los concejales populares y socialistas en el País Vasco la Ley de Partidos Políticos augura un mes de julio especialmente violento

'Defender nuestros derechos no es sólo defender nuestra vida, sino también el derecho a movernos por la ciudad, a hablar o a acudir a competiciones deportivas sin que nos amenacen y zarandeen', afirma un militante socialista, admirador de la alcaldesa de Lasarte, Ana Urchueguía. 'El lehendakari dice que no admitirá ni una broma sobre su compromiso contra la violencia. Bien, pero no se trata sólo de palabras. La mayoría de los pueblos celebramos las fiestas ahora, en pleno verano. ¿Qué va a pasar? ¿Podrán ir los concejales del PSOE y del PP junto con los del PNV por la calle y a la plaza, o tendrán que encerrarse en casa o irse del pueblo con la familia, sin que el PNV se decida a salir con nosotros del brazo y sin que se prepare una estrategia para protegernos y animarnos?'.

La sensación de pesimismo vuelve a instalarse en amplias capas de la sociedad vasca e incluso a provocar la desilusión de los sectores más moderados del nacionalismo. La esperanza que despertó en ese sector minoritario del PNV la elección de Juan José Ibarretxe se ha ido desvaneciendo. El lehendakari sigue dando la impresión de tomar sus propias decisiones, al margen de Xabier Arzalluz, pero no ha desbloqueado la situación ni ha sido capaz de anudar nuevos lazos con los socialistas. La campaña de EH para este verano, si no se ataja rápidamente, puede empeorar las ya gélidas relaciones interpartidistas.

Momento raro

Un conocido miembro del sector moderado, hablando a título personal, expresaba esta semana su preocupación por lo que está ocurriendo en los ayuntamientos: 'Todos creemos en el PNV que la Ley de Partidos es una equivocación, pero es una realidad; está ahí y se va a aplicar. Éste es un momento raro. Agobia oír al lehendakari un discurso tan repetitivo y ver que no tiene respuestas para lo que sucede. No tenemos la sensación de que esto se esté estabilizando ni de que el futuro esté más claro. Terminará por hacer que el partido se desconecte de las clases profesionales y empresariales, que siempre han sido el vivero de líderes del PNV, y se convierta en una pura nomenklatura que copa las instituciones, pero que no promueve el debate interno'.

La incertidumbre, el no saber adónde se quiere llegar, provoca la débil queja de los nacionalistas moderados, incapaces, sin embargo, de tomar alguna iniciativa crítica. Todos reconocen que el momento más importante será el de la sucesión de Arzalluz al frente al partido. Aunque se habla poco de ello, en el PNV, como en cualquier otra organización política, lo más importante es la lucha por el control de la cúpula de poder.

La falta de debate interno para la sucesión de Arzalluz dentro del PNV es equiparable a la de Aznar y el PP, ironiza un veterano parlamentario nacionalista retirado a su actividad profesional privada. Incluso menos, añade, porque entre los populares hay al menos un Álvarez Cascos que critica al secretario general y advierte que tiene voz en el proceso de sucesión. 'Entre nosotros no se oye una voz. Lo que no quiere decir que no existan intereses contrapuestos'.

En algunos medios moderados corrió recientemente la idea de que Xabier Arzalluz podía retirarse un poco antes del fin oficial de su mandato para dejar a Joseba Egibar durante ese periodo al frente de la organización. La idea, globo sonda o no, encontró la inmediata reacción contraria de amplios sectores de la cúpula directiva.

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