Reportaje:Brasil | Brasil se mete en su séptima final | Mundial 2002

'Brasil, penta'

Los aficionados festejan la clasificación y no dudan de que serán campeones

Una vez que Brasil ha alcanzado la final, la torcida ya no tiene dudas, y así lo expresó con pancartas y murales distribuidos por las calles de distintas ciudades del país con el lema: 'Brasil, penta', es decir, que la canarinha ganará a Alemania en la final y logrará su quinto título mundial.El país vivió desde el alba una gran expectación por el partido contra los turcos, que querían la revancha del primer encuentro, en el que la victoria de Brasil fue más discutida que nunca por la actuación arbitral. Las calles de las grandes ciudades estaban ayer desiertas. Los autobu...

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Una vez que Brasil ha alcanzado la final, la torcida ya no tiene dudas, y así lo expresó con pancartas y murales distribuidos por las calles de distintas ciudades del país con el lema: 'Brasil, penta', es decir, que la canarinha ganará a Alemania en la final y logrará su quinto título mundial.El país vivió desde el alba una gran expectación por el partido contra los turcos, que querían la revancha del primer encuentro, en el que la victoria de Brasil fue más discutida que nunca por la actuación arbitral. Las calles de las grandes ciudades estaban ayer desiertas. Los autobuses pasaban completamente vacíos y los cohetes retumbaron desde el inicio del encuentro, sin esperar el resultado. Brasil vivió una jornada de fiesta. Fueron muchos los que no acudieron al trabajo y se dieron una gran fiesta después del partido. Ciudades como Río, São Paulo, Salvador de Bahía o Recife se inundaron de gente que se felicitaba por el exito de su selección. De repente, el discutible y polémico entrenador Scolari se convirtió en un ídolo al igual que Ronaldo y Rivaldo. En las favelas, se gritaba: 'Dios es 10, Dios es brasileño'.

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Todos los diarios, desde los deportivos a los de información general como O Globo, Jornal do Brasil o Folha de São Paulo, anunciaron ediciones especiales, mientras las televisiones dedicaban la mayoría de sus programas a comentar el partido y a expresar la alegría que vivía el país. En los bares y entre las familias, el comentario era único: 'Esta vez no vamos a perder la Copa como hace cuatro años en Francia'. A Brasil sólo parecía preocuparle la posibilidad de jugar contra Corea, 'donde un árbitro podía hacer lo mismo que le hizo a España', de acuerdo al sentir de muchos aficionados. Alemania, en cambio, no inspira tanto temor. 'Nosotros tenemos técnica y genio mientras que a ellos sólo les avala la fuerza', coincidían algunos, que ya preparaban la fiesta para el próximo domingo. '¿Y si perdiera Brasil?, se les pregunta. 'Haremos la misma fiesta', responden. El deseo de ser felices está por encima de todo, y mucho más en estos momentos en que la selección ha alcanzado un puesto en la final después de haber tenido problemas para clasificarse. Nadie apostaba por Brasil y, sin embargo, ahora los aficionados ni siquiera se plantean la posibilidad de perder la final contra Alemania, un equipo resultadista por excelencia.

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