Reportaje:AMÉRICA LATINA

México pide cambios estructurales para prosperar

El país latino, cuyo PIB cayó dos puntos en el primer trimestre, no ha podido afianzar el crecimiento en dos decenios

Sin reformas energéticas, fiscales y laborales profundas, sin una sólida infraestructura, y una banca que arrime el hombro, México seguirá sujeto a los vaivenes de la economía internacional. El desarrollo de su sector productivo es todavía poco dinámico, y depende de la recuperación, lenta, de Estados Unidos, a cuyos mercados dirige cerca del 90% de sus exportaciones. El PIB cayó dos puntos durante el primer trimestre de este año, y apenas crecerá un 1,5% cuando concluya el ejercicio, según cálculos privados. El ingreso per cápita sigue estancado, y su distribución es crecienteme...

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Sin reformas energéticas, fiscales y laborales profundas, sin una sólida infraestructura, y una banca que arrime el hombro, México seguirá sujeto a los vaivenes de la economía internacional. El desarrollo de su sector productivo es todavía poco dinámico, y depende de la recuperación, lenta, de Estados Unidos, a cuyos mercados dirige cerca del 90% de sus exportaciones. El PIB cayó dos puntos durante el primer trimestre de este año, y apenas crecerá un 1,5% cuando concluya el ejercicio, según cálculos privados. El ingreso per cápita sigue estancado, y su distribución es crecientemente desigual.

El saneamiento bancario de 1995, en torno a los 75.000 millones de dólares, se ha convertido, en la práctica, en deuda pública
Casi el 50% de la población mexicana -100 millones de habitantes- está en la pobreza o en la miseria

Los problemas de balanza de pagos e imprevisión, muy antiguos, son evidentes en un país que, no obstante, es un vergel comparado con los problemas observados en otras naciones latinoamericanas. Los asuntos a resolver son diversos. 'El crédito vigente de la banca comercial pasó del 37,7% en 1994 al 6,8% en el 2001', admitió Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México. Los bancos, en los que la participación española es notable, han sido instados a la solidaridad, a financiar al sector privado para impulsar el crecimiento de una nación en la que los sucesivos gobiernos parecen abocados a administrar las sucesivas crisis.

México mejoró en las calificaciones en las agencias medidoras de riesgos, pero no ha podido afianzar el crecimiento en dos decenios al no haberse ejecutado las reformas estructurales pendientes. Las culpas se reparten. Los bancos disponen de fondos, pero reclaman seguridad jurídica y certeza sobre su recuperación antes de liberarlos. Mientras llegan, el crédito de la banca comercial y la de desarrollo se ha reducido en más de un 63%, y para alcanzar los niveles de hace nueve años, deberá crecer un 78%, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Las entidades financieras tardan un promedio de cinco años en hacerse con las garantías de un préstamo vencido, pero, de aprobarse el paquete de modificaciones legales enviado por el Gobierno al Congreso, la ejecución de esas garantías, un inmueble, por ejemplo, se efectuará en menos de un mes, según prometen los funcionarios. Lo cierto es que pocas pymes, el 90% de las empresas instaladas, pueden acudir al mercado externo de financiación, y dependen de una banca que aún presta caro y paga barato a los depositantes. 'Esto es un negocio privado. No somos hermanitas de la caridad', comentan algunos ejecutivos.

Complicándolo todo, la servidumbre del saneamiento bancario de 1995, en torno a los 75.000 millones de dólares, hipoteca el futuro de los mexicanos al haberse convertido, en la práctica, en deuda pública. Pero el problema de la financiación del sector privado es uno entre los muchos que deben quedar resueltos para que México consiga crecer sin sobresaltos, y traslade ese crecimiento al bienestar de sus 100 millones de habitantes, casi el 50% en la pobreza o en la miseria. La menor regulación de la economía, la eliminación de barreras a los emprendedores, es uno de los objetivos señalados.

La recesión, mientras tanto, es duradera en las industrias de la construcción y manufactureras, servicios, comercio, restaurantes y hoteles, que suponen cerca del 40% del PIB. 'México debe fortalecer sus fuentes de crecimiento económico internas mediante el proceso de cambio estructural, que no avanza a la velocidad deseada y prácticamente se mantiene interrumpido desde 1997', señala el analista Víctor Felipe Piz. El Gobierno lo intenta en una dirección que la oposición rechaza, recurriendo en ocasiones a la demagogia y a los imposibles.

Fortaleza del peso

Asumiendo como buenas las estadísticas oficiales, la presidencia del empresario Vicente Fox mantuvo a la baja el déficit fiscal, del 1,5% al 1%, la inflación descendió del 9% al 4,4%, y también los tipos de interés. El peso, pese a haberse depreciado en lo que va de año en torno al 6% respecto al dólar, es todavía de las monedas más fuerte de América Latina. Sin embargo, al no contar con mayoría en el Congreso, y al no haber sido capaz el Gobierno de conciliar con la oposición, no se aprobó una reforma fiscal sustantiva, capaz de multiplicar la recaudación y el presupuesto para obras sociales. La miscelánea de medidas exhibe poco músculo fiscal, y los defraudadores brindan con espumoso francés.

Los verdaderos problemas de México, la salud, la educación, la vivienda y la inseguridad, continúan imbatibles, pese al triunfalismo de algunos anuncios. La proximidad de las elecciones legislativas del año próximo permite suponer que el debate sobre una mayor apertura en el sector eléctrico, o sobre la reforma laboral y sindical o las telecomunicaciones, será politiquero, encaminado hacia la seducción del electorado. 'Las necesidades de reconversión y ayuda a nuestros productores y empresas fueron y seguirán siendo mayúsculas, ante la liberación de los mercados externos', advirtió David Ibarra, que fue secretario (ministro) de Hacienda con el Partido Revolucionario Institucional (PRI), derrotado por Fox en las presidenciales de julio del año 2000.

A medida que crece la población activa en la economía sumergida, en el tenderete y el contrabando tolerado, se reduce la productividad general del trabajo. El motor del errático crecimiento mexicano de los últimos ocho años ha sido su integración comercial con Estados Unidos y Canadá, vigente desde enero de 1994, cuya dependencia se quiso evitar rubricando otro con la Unión Europea. El comercio trilateral (México, Estados Unidos, Canadá) superó los 622.000 millones de dólares, y diariamente se comercian por las tres fronteras 1.700 millones.

La cesta de la compra

El mexicano espera, en todo caso, que esas grandes cuentas se noten en el bolsillo, en la cesta de la compra, mucho más cara que la reflejada en los índices oficiales de variación de precios. Mantener la estabilidad política y solucionar las injusticias sociales no es fácil, y los detractores del Gobierno le atribuyen parálisis e impericia. Por si fuera poco, las maquilas, las cadenas de montaje de capital extranjero, que crearon más de un millón de empleos, y constituyen el segundo generador de divisas después del petróleo, pierden competitividad. La razón es simple: los obreros mexicanos ganan tres dólares y medio a la hora, y los chinos o indios, cuarenta centavos.

El Gobierno, según anticipó el ministro de Economía, Luis Ernesto Desbez, rechaza aplicar lo que considera medidas artificiales, entre ellas una devaluación del 30% o el 40% y subvenciones públicas para mantener a flote esas fábricas. A partir del pasado año, en plena crisis estadounidense, salieron más de 350 empresas, el sector perdió 250.000 empleos, sumando casi medio millón. Pero, en cualquier caso, Desbez han causado alarma, cuando añadía que la economía mexicana podría entrar en una crisis parecida a la argentina en caso de que se aplicarse medidas correctoras. No obstante, precisa que la fortaleza del país es suficiente para impedir que se repita el México la situación del país suramericano.

El comportamiento de los indicadores preocupa. Durante los primeros cuatro meses de este año, los ingresos del Gobierno sumaron 45.000 millones de dólares, lo que representó una caída del 2,9% respecto al ejercicio anterior, de acuerdo con el Ministerio de Hacienda. La principal causa fue la paralela caída de los ingresos petroleros, que suman 12.050 millones, un 9,6% menos. En general, los ingresos no tributarios fueron de 5.376 millones de dólares, con un desplome del 52%, y los tributarios, entre enero y abril, alcanzaron los 26.954 millones, un aumento del 7,2%. Durante el periodo de referencia, las finanzas mexicanas registraron un superávit de 1.184 millones, inferior en un 67,9% al pasado ejercicio. Los números de Jorge Ospina, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Corpamex), son más claros: sin reformas, México no creará los 1.200.000 empleos anuales exigidos por un país con una población activa que cada año crece en esa proporción.

La inseguridad, agregó en una asamblea de su sindicato, hace dudar a los inversores extranjeros, y se ha cobrado en delitos contra el patrimonio el 0,85% del PIB. 'Se tiene que hacer una verdadera reforma fiscal, y se tiene que ir a fondo en materia educativa para elevar su calidad y abatir el rezago de los 32,5 millones de mexicanos analfabetos', pidió Ospina.

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