El racismo ordinario
He aquí una película impresionante: con un cuento como inspiración, un blanco y negro sucio y sólo hora y cuarto de duración; actores en su mayoría no profesionales y la concisión narrativa de un maestro, el uruguayo-argentino Adrián Caetano airea, con su Bolivia, un tema de los que gustan poco a cualquier cine establecido, el racismo ordinario.
Muestra la película un absoluto desprecio por cualquier forma de retórica, visual, verbal o de sentido. Va hasta el fondo a partir de una anécdota mínima, la exploración de la cotidianidad del trabajo clandestino -los protagonistas: un bo...
He aquí una película impresionante: con un cuento como inspiración, un blanco y negro sucio y sólo hora y cuarto de duración; actores en su mayoría no profesionales y la concisión narrativa de un maestro, el uruguayo-argentino Adrián Caetano airea, con su Bolivia, un tema de los que gustan poco a cualquier cine establecido, el racismo ordinario.
Muestra la película un absoluto desprecio por cualquier forma de retórica, visual, verbal o de sentido. Va hasta el fondo a partir de una anécdota mínima, la exploración de la cotidianidad del trabajo clandestino -los protagonistas: un boliviano y una paraguaya que malviven en Buenos Aires- y la forma en que a veces se tuercen las cosas más banales para precipitar la tragedia.
BOLIVIA
Director: Adrián Caetano. Intérpretes: Freddy Flores, Rosa Sánchez, Oscar Oso Bertea, Enrique Liporace. Género: drama, Argentina, 2001. Duración: 75 minutos.
No es complaciente con nadie, ni siquiera con sus protagonistas, de los que brinda un retrato tan fiel como lo son los del resto de los que componen el denso universo en que estos se mueven. Pero su exposición sobre las formas que adquiere el desprecio por el otro, sobre la construcción de un chivo expiatorio, alcanza cimas de rara, hipnótica perfección, de una emocionante vida cotidiana, de airada denuncia. Una pequeña, necesaria maravilla.