CARTAS AL DIRECTOR

Fe, esperanza y caridad

Yo soy partidaria de que se impartan clases de religión (católica, of course), pero no sólo en las aulas. Quienes rebasamos hace tiempo la edad escolar también nos merecemos esta generosa oferta de la ministra Del Castillo. Hablo por mí, claro está, porque necesito reforzar aquellas enseñanzas, simplemente por una estrategia de supervivencia. Tengo que revivir las virtudes teologales porque necesito una sobredosis de fe para creerme los datos del IPC, ese bendito 0,2% que no acaba de instalarse en mi conciencia, atizado quizás por los perversos 40% de incremento en la vivienda, o los 7,...

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Yo soy partidaria de que se impartan clases de religión (católica, of course), pero no sólo en las aulas. Quienes rebasamos hace tiempo la edad escolar también nos merecemos esta generosa oferta de la ministra Del Castillo. Hablo por mí, claro está, porque necesito reforzar aquellas enseñanzas, simplemente por una estrategia de supervivencia. Tengo que revivir las virtudes teologales porque necesito una sobredosis de fe para creerme los datos del IPC, ese bendito 0,2% que no acaba de instalarse en mi conciencia, atizado quizás por los perversos 40% de incremento en la vivienda, o los 7,8% del transporte.

Como agua de mayo me vendría reponer mi maltrecha esperanza en las buenas intenciones del Gobierno para con los parados y los inmigrantes, pues, aunque no lo parezca, todas sus reformas legislativas nos dicen que son para su bien.

Y, finalmente, unas cuantas toneladas de caridad, que, una vez lograda la completa privatización en todos los servicios públicos, será lo único que tendremos para socorrer a los damnificados (que seremos la mayoría) por esa política de rapiña que tanto complace al PP.

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En cuanto a la asignatura alternativa sobre los valores cívicos y constitucionales, sería conveniente practicarla, como la caridad, en uno mismo, es decir, el propio Gobierno, extendiéndola hacia elementos afines, como el fiscal general y el fiscal García Ancos, que buena falta les hace.

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