Columna

Un campo

No hay sistema político compacto capaz de evitar que en sus aledaños puedan surgir grupos y opciones electorales curiosas, en ocasiones incluso raras. Algunas de las veces estos cuasi-partidos responden a causas relacionadas con el desgaste del sistema. Europa nos está dando en los últimos tiempos algunos ejemplos de formaciones electorales que han llegado a ser incluso decisivas para formar gobiernos y mayorías parlamentarias. La Lista Fortuyn en Holanda es el caso más reciente, aunque no será desgraciadamente el último por la derecha.

En Sevilla funciona una especie política endógena ...

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No hay sistema político compacto capaz de evitar que en sus aledaños puedan surgir grupos y opciones electorales curiosas, en ocasiones incluso raras. Algunas de las veces estos cuasi-partidos responden a causas relacionadas con el desgaste del sistema. Europa nos está dando en los últimos tiempos algunos ejemplos de formaciones electorales que han llegado a ser incluso decisivas para formar gobiernos y mayorías parlamentarias. La Lista Fortuyn en Holanda es el caso más reciente, aunque no será desgraciadamente el último por la derecha.

En Sevilla funciona una especie política endógena y peculiar pero, todo hay que decirlo, muy adaptada al medioambiente hispalense. Desde hace no menos de 12 años el grupo municipal andalucista, colectivo humano dedicado a la política bajo la dirección de su fundador Rojas-Marcos, viene gestionando el asunto urbanístico con tal grado de desparpajo y sentido de la propiedad que no consiente ni siquiera que el propio alcalde de la ciudad, teórico jefe político-administrativo de este grupo de concejales, se atreva a replicarle.

Ayer nos propusieron el gran negocio de los terrenos del antiguo aeródromo de Tablada, antes de ayer el proyecto Puerto Triana, ambos expedientes pensados en comandita con las cajas de ahorro sevillanas y ambos bien parados por la consejería encargada del territorio. Hoy nos regala con la recalificación pura y dura de los terrenos de una sociedad mercantil privada denominada Sevilla FC. Según el acuerdo alcanzado entre el concejal de Urbanismo, Rafael Carmona, y el presidente del club, donde hoy existe un campo de fútbol mañana se levantaría un complejo comercial, hotelero y de oficinas que ocuparía un total de 46.000 metros cuadrados. Para consolar a la afición contraria, se negocia con el otro club dotarlo de compensaciones urbanas a partir de suelo público. Todo en el buen entender de que más temprano que tarde sus equipos terminen por jugar en el colosal estadio construido por 10.000 millones para una imposible Olimpiada. Lo dicho: algunos grupos surgen de la crisis de las clásicas opciones de ideas mientras otros no quieren saber nada de ideas y van al grano, a los ladrillos.

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