Columna

Gracias por los ojos

'Mi defensa son vuestros bastardos intereses', le dice el saharaui a la Administración Bush, cuando le regatea el derecho a decidir libremente su futuro y hasta el referéndum de autodeterminación auspiciado por el plan de paz de la ONU. Y, a cambio, Bush invierte en la debilidad del monarca alauita, el olfato de sus compañías petroleras, para que, con las francesas, desvalijen un Sáhara Occidental, que ofrendan al imperialismo marroquí. Pero el pequeño pueblo que soporta la inclemencia de la Hamada y el largo olvido, se levanta sobre su propia dignidad y apela a las leyes internacionales: no m...

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'Mi defensa son vuestros bastardos intereses', le dice el saharaui a la Administración Bush, cuando le regatea el derecho a decidir libremente su futuro y hasta el referéndum de autodeterminación auspiciado por el plan de paz de la ONU. Y, a cambio, Bush invierte en la debilidad del monarca alauita, el olfato de sus compañías petroleras, para que, con las francesas, desvalijen un Sáhara Occidental, que ofrendan al imperialismo marroquí. Pero el pequeño pueblo que soporta la inclemencia de la Hamada y el largo olvido, se levanta sobre su propia dignidad y apela a las leyes internacionales: no más trapicheos de tratantes. Queremos la independencia de nuestra tierra. Más allá, al otro lado del Mediterráneo, la Administración Bush hace la vista gorda y, bajo cuerda, alienta a Sharon, para que pase a cuchillo la carne inventariada. Ahora, asola Hebrón y anuncia que Arafat paseará pronto y libre por una calle de escombros y despojos. Y el palestino dice: 'La causa que impulsa mis piedras está en la deriva de vuestra inicua venganza'. No se puede oprimir al hombre, y el limonero que cortaron del huerto de Mahmud Darwix volverá a crecer y alumbrará todo Filistín. La Administración Bush tiene una agenda apretada y es una fiesta: para el año que viene, ha programado la ocupación de Irak. Cuánta diligencia.

Gracias por los ojos que no se cierran y miran para el lado que deben mirar, y ven lo que miran, y cuentan lo que ven, y se comprometen, aunque se estremezcan y duden, en medio de una realidad envilecida. El 1º de mayo de 1886, en Chicago, la policía y los agentes de Pinkerton, al servicio del capital, dispararon contra los obreros, y luego, se ahorcó a sus dirigentes. Augusto Spies, uno de ellos, dijo a sus jueces: 'Mi defensa es vuestra falsa acusación'. En 1889, se celebró el día internacional del trabajo, en su memoria y por la jornada de ocho horas. Y hoy, otro primero de mayo, con las centrales sindicales, obreros y trabajadores, marcharán saharauis y palestinos denunciando injusticia y barbarie. Alguien cerrará los ojos.

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