Reportaje:

En busca del Gaudí auténtico

El periodista catalán J. J. Navarro Arisa explora, en un libro de síntesis, la vida y la obra del singular arquitecto

Son centenares, quizá más de un millar, los libros que analizan la vida y la obra de Antoni Gaudí. El que firma el periodista J. J. Navarro Arisa, Gaudí, el arquitecto de Dios (Planeta, ediciones en castellano y en catalán), tiene un propósito modesto, pero nada fácil dadas las características de las fuentes disponibles. La relativa escasez de testimonios directos -documentales, periodísticos, testimoniales o memorialísticos- contrasta con el ingente volumen de los materiales que su lectura, análisis o interpretación han producido, y en los que la personalidad y las creaciones de Gaudí ...

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Son centenares, quizá más de un millar, los libros que analizan la vida y la obra de Antoni Gaudí. El que firma el periodista J. J. Navarro Arisa, Gaudí, el arquitecto de Dios (Planeta, ediciones en castellano y en catalán), tiene un propósito modesto, pero nada fácil dadas las características de las fuentes disponibles. La relativa escasez de testimonios directos -documentales, periodísticos, testimoniales o memorialísticos- contrasta con el ingente volumen de los materiales que su lectura, análisis o interpretación han producido, y en los que la personalidad y las creaciones de Gaudí afloran desde una perspectiva más mística, ecologista e incluso anticlerical, según los intereses de cada autor. Son bastantes menos, en cambio, las obras -sobre todo entre las editadas en fecha reciente- que no tienen mayor propósito que el de reunir los elementos necesarios para que, de forma amena y entretenida, el lector pueda hacerse una idea básica de quién fue, qué hizo y en qué época vivió Antoni Gaudí. A este tipo de libro se adscribe sin disimulo el de Navarro Arisa, cuyo objetivo, 'más divulgativo que erudito', no es otro que el de ofrecer, 'desde el respeto y sin prejuicios', una 'síntesis que invite a profundizar en la obra y la vida de Gaudí', como señala el propio autor en el prólogo.

¿Fue realmente Gaudí el arquitecto de Dios? Ya en la introducción, Navarro Arisa matiza y explica el porqué del título: 'Decir que Gaudí quiso ser el arquitecto de Dios no es una afirmación gratuita. En casi todas sus obras subyace una voluntad manifiesta de reproducir, continuar y mejorar la obra de la naturaleza, que para él era tanto como decir la obra divina'. 'Esa determinación', agrega el autor, 'es palpable en construcciones como la Cripta de la Colònia Güell y muy especialmente en la Sagrada Familia, pero también se halla presente en el Palau Güell, toda una metáfora del orden cósmico católico y patriarcal'.

Nada había en Gaudí, cuando llegó a Barcelona en 1868, que delatara 'un genio, un iluminado o un santo en potencia'. Nacido nadie sabe si en Reus o Riudoms, hijo y nieto de calderero, a sus 16 o 17 años traía, eso sí, el influjo del taller familiar y el poso del 'momento seminal' que había vivido en el monasterio de Poblet, que conoció casi en ruinas y sobre el que llegó a concebir -junto a sus amigos Eduard Toda y Josep Ribera- un fantasioso proyecto de restauración. Pero algo debía de demostrar aquel joven cuando, 10 años después de llegar a Barcelona, fue objeto del siguiente comentario, que la leyenda atribuye al arquitecto Elies Rogent, entonces director de la escuela en la que Gaudí estaba a punto de graduarse: 'Nos hallamos en presencia de un genio o de un loco'.

En una historia que progresa en planos paralelos, Navarro Arisa analiza a partir de ahí la fantástica trayectoria de un arquitecto singular: desde su decisiva relación con Eusebi Güell i Bacigalupi -amigo y sobre todo generoso mecenas- hasta los diversos acontecimientos sociales, políticos, económicos y culturales -la Renaixença, la pérdida de las colonias, la Setmana Tràgica...- que marcaron su vida y de alguna forma su imponente obra. Pasando, claro, por una amena descripción, no exenta de anécdotas, de sus realizaciones más destacadas y celebradas mundialmente -la casa Vicens, el parque y el Palau Güell, la casa Batlló, el colegio de las Teresianas, la Cripta de la Colònia Güell, la casa Milà o la aún inacabada Sagrada Familia- y por aquellas de menor entidad y no tan conocidas, al menos por el gran público, pero sin duda importantes -como el mueble expositor de guantes que el comerciante Esteve Comella llevó a la Exposición Universal de París de 1878 (donde causó gran impacto en el entonces treintañero y ya riquísimo Eusebi Güell), las farolas de la plaza Reial o su intervención en la catedral de Palma de Mallorca-.

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