Una junta tranquila pese a las protestas de Sintel

Las juntas de accionistas de Telefónica ya no son lo que eran. Ni por espectacularidad, ni por asistencia ni por altercados. La tradicional reunión anual de la compañía española con más accionistas (1,6 millones) transcurrió de forma apacible, sin los sobresaltos de petardos, pitadas y pancartas reivindicativas, ni la legión de guardas de seguridad y policías que amenizaban las juntas de otros años.

Hubo, eso sí, dos o tres accionistas que reclamaron el casi prometido pago de dividendos. No faltaron tampoco las farragosas impuganciones del abogado Javier Soto ni las colas de acci...

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Las juntas de accionistas de Telefónica ya no son lo que eran. Ni por espectacularidad, ni por asistencia ni por altercados. La tradicional reunión anual de la compañía española con más accionistas (1,6 millones) transcurrió de forma apacible, sin los sobresaltos de petardos, pitadas y pancartas reivindicativas, ni la legión de guardas de seguridad y policías que amenizaban las juntas de otros años.

Hubo, eso sí, dos o tres accionistas que reclamaron el casi prometido pago de dividendos. No faltaron tampoco las farragosas impuganciones del abogado Javier Soto ni las colas de accionistas en busca del ansiado regalo (el tradicional paraguas).

En el turno de ruegos y preguntas, el contraste más agrio lo puso, como el año pasado, el presidente del comité intercentros de Sintel, Adolfo Jiménez, que culpó a Villalonga y Alierta de ser los principales responsables del calvario por el que han pasado los trabajadores de la antigua filial. Jiménez, respaldado por algunos compañeros, pidió que se cumplieran los compromisos asumidos por la compañía como las 650 ofertas de empleo a las que se comprometió en agosto del pasado año. Se aprobaron los puntos del orden del día. Y siguió lloviendo.

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