Reportaje:

La Universidad cambia el destino de 10 disminuidos

Varios jóvenes discapacitados psíquicos se gradúan en la Carlos III tras seguir un curso de informática durante tres años

Cuando nació Marcos su familia tejió para él un futuro muy distinto al que había pensado para sus otros hermanos. Marcos no podría ir a la universidad, no sería ingeniero, ni empresario. Marcos sería eternamente un bebé: no podría salir solo a la calle, ni casarse. Porque Marcos, que hoy tiene ya 25 años, sufre síndrome de Down. 'Pensábamos que iba a ser un mueble y que cuando fuera mayor terminaría aparcado en un centro para que mi madre tuviera algo de tiempo', recuerda Marisol, su hermana. Pero la vida se ha encargado de desmontar uno a uno sus más negros presagios: Marcos no sólo está trab...

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Cuando nació Marcos su familia tejió para él un futuro muy distinto al que había pensado para sus otros hermanos. Marcos no podría ir a la universidad, no sería ingeniero, ni empresario. Marcos sería eternamente un bebé: no podría salir solo a la calle, ni casarse. Porque Marcos, que hoy tiene ya 25 años, sufre síndrome de Down. 'Pensábamos que iba a ser un mueble y que cuando fuera mayor terminaría aparcado en un centro para que mi madre tuviera algo de tiempo', recuerda Marisol, su hermana. Pero la vida se ha encargado de desmontar uno a uno sus más negros presagios: Marcos no sólo está trabajando, es autónomo y tiene un buen grupo de amigos, sino que, tras tres años de esfuerzo, ayer se graduó por la Universidad Carlos III en Bases Informáticas y Tecnológicas (BIT), junto a otros nueve discapacitados psíquicos.

'Para nosotros ha sido una revolución total. Estábamos resignados a que mi hija fuera a un taller ocupacional'
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'Me apunté al curso por mi cuñado y por mi madre, que estaba buscando un sitio así para que no sea un inútil', explica con el título en mano y vestido para la ocasión: traje de chaqueta verdusco, chaleco y corbata. Word, Internet, correo electrónico, Power Point... El curso, financiado con 6.000 euros por la Fundación Retevisión-Auna, no ha dejado nada fuera. Porque los ha enfrentado (una vez a la semana) con las nuevas tecnologías, pero también les ha impartido habilidades sociales más útiles para la vida que tienen por delante. 'Es también el hecho de venir a la universidad, compartir la cafetería con otros jóvenes... Eso les encanta', dice la madre de Alicia -una chica presumida de 23 años vestida de rosa- mientras espera impaciente en la puerta del Auditorio Padre Soler (en el campus de Leganés). 'Pero es que mi hija se levanta todos los días a las 6.30 para coger el tren en Aranjuez e irse sola al trabajo', continúa orgullosa la señora.

Se trata de conquistas apenas esbozadas hace una década. 'Para nosotros ha sido una revolución total. Algo impensable hace poco tiempo. Ya estábamos resignados a que pasara el resto de su vida en el taller ocupacional. Pero Mari Carmen trabaja en un TelePizza, sale los fines de semana y ahora, para colmo, ha ido a la universidad', afirma Francisco, su padre. María del Carmen, la única en toda su familia que ha ido a la universidad, le mira y asiente. 'Sí, es verdad todo'.

'Aún no me lo creo. Esto es un sueño. Nunca pensé tener un diploma como éste... de la universidad. Y tan sólo con 22 años. Estoy como un niño con zapatos nuevos', asegura David, perilla y aspecto de científico despistado. Este joven, que trabaja como auxiliar administrativo en una empresa, ha pensado un lugar de honor para el diploma que acredita que todo lo que dice es cierto. 'A esto le voy a poner un marco de oro', exclama. 'Ya será para menos', replica una compañera más realista. 'Pues de oro cromado', puntualiza él.

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David, que cuenta que su sueño profesional es 'cotizar en bolsa y ser uno más en esta sociedad, que está un poco loca', está convencido de que su diploma le va a abrir el camino profesional. 'Me ha servido mucho. Puedo hacer en el ordenador las etiquetas o poner el logotipo de la empresa bonito si mi jefe me lo pide', dice.

El auditorio está repleto. No sólo han acudido los 10 nuevos titulados en BIT, sino otros 300 alumnos que se gradúan en distintas ingenierías. Juan Llorens, profesor de informática y una de las personas que ha adaptado, con la ayuda de la Fundación Síndrome de Down, el programa informático para que el aprendizaje de estos estudiantes sea más fácil, sube al estrado y comienza: 'Todos los alumnos han presentado una actitud muy positiva y una enorme capacidad de pensar y aprender', subraya. Y después, conmovido por el momento, exclama: 'Un fuerte abrazo para todos ellos, digo... un fuerte aplauso'.

Los recién graduados van subiendo uno a uno; eso sí, dando todo un rodeo porque el ensayo ha tenido algún error de cálculo. Y recogen el título de manos del rector de la universidad, Gregorio Peces-Barba, quien les felicita encarecidamente con un sentido 'enhorabuena'. Allí encima, se dan la vuelta, miran a un auditorio repleto de padres y levantan en alto el diploma. Todos aplauden con fervor. Es un aplauso que se han ganado a pulso no sólo ellos -a quienes, como a todo universitario, les ha tocado esforzarse-, sino también sus familias, por dar el salto y permitir que sus hijos sean día a día un poco más independientes. Aunque, como advierte el padre de Mari Carmen, 'aún queda mucho por hacer'. 'Pero, al menos, ya hemos abierto el camino', concluye.

Un proyecto con futuro

Los alumnos que ayer se graduaron en la Universidad Carlos III no son los únicos que se han beneficiado del proyecto BIT, aunque sí los pioneros. La Fundación Síndrome de Down tiene otra aula para 25 niños que persigue el mismo objetivo. Pero el alumnado es diferente: se trata de los chicos más pequeños, que todavía están en edad escolar. Además, el centro de educación especial María Corredentora puso en marcha idéntico programa para 144 alumnos el año pasado. 'Ése es el futuro: que todos los colegios de educación especial puedan utilizar la metodología de aprendizaje que hemos desarrollado con los primeros que se han graduado', explica Fernando Ballestero, director general de la Fundación Retevisión-Auna, la entidad financiadora del proyecto. Y es que, para enseñar las nuevas tecnologías a personas con discapacidad, la Fundación Síndrome de Down, en colaboración con profesores de la Carlos III, ha elaborado todo un programa para que el aprendizaje y el acercamiento a las nuevas tecnologías sea menos arduo. 'Los chicos ya venían utilizando el ordenador para aprendizaje asistido. Pero no había programas para enseñarles las propias potencialidades del ordenador', cuenta Juan Llorens, uno de los profesores universitarios encargados de la parte técnica. Y añade: 'Es un programa que, en definitiva, intenta enseñarles las funciones de uso común del ordenador (Word, correo electrónico...), pero de una forma más paulatina'. El objetivo de estos cursos es claro, según explica María Luisa Verdú, la coordinadora: 'Favorecer la integración social y laboral de los jóvenes'.

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