Crítica:CRÍTICAS

Engaños y traiciones

Primera película de un veterano director teatral, Gregory Mosher -no es casual que haya sido habitual compinche escénico de David Mamet, un autor de quien aquí se homenajea ampliamente su Casa de juegos-, Estafadores es un intrincado drama sobre timos telefónicos, amores cruzados y traiciones apenas disimuladas que juega con inteligencia sobre la segura baza que le brinda el cálculo de probabilidades, ese inmenso gancho que tanto ha servido al cine para atrapar espectadores, incautos o menos.

La cosa va de teléfonos, una operación a gran escala y un ambicioso trepa (Vaughn...

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Primera película de un veterano director teatral, Gregory Mosher -no es casual que haya sido habitual compinche escénico de David Mamet, un autor de quien aquí se homenajea ampliamente su Casa de juegos-, Estafadores es un intrincado drama sobre timos telefónicos, amores cruzados y traiciones apenas disimuladas que juega con inteligencia sobre la segura baza que le brinda el cálculo de probabilidades, ese inmenso gancho que tanto ha servido al cine para atrapar espectadores, incautos o menos.

La cosa va de teléfonos, una operación a gran escala y un ambicioso trepa (Vaughn) que, no contento con forrarse a costa de incautos, pretende a la amante de su jefe (Harris), una mujer tan dura y expeditiva como él (Ormond).

ESTAFADORES

Director: Gregory Mosher. Intérpretes: Vince Vaughn, Julia Ormond, Ed Harris, Rory Cochrane, Wallace Shawn, George Wendt. Género: drama criminal, EE UU, 2001. Duración: 97 minutos.

Entre la duda de si lo que vemos es real o una puesta en escena dentro de otra -¿será cierto que la operación que se propone hará millonarios a quienes inviertan?, ¿serán honestas las intenciones de los amantes?, ¿cuál es el papel reservado al más maquiavélico de todos los vendedores, el jefe Harris?-, la película interpela al espectador, que asiste intrigado al avance bien regulado de una trama que si de algo peca es de lineal, no de previsible.

Pero aguantan bien la función los actores, todos en buena forma, y un guión, premiado en Sundance, bien calibrado y medido, que hace no obstante curiosas piruetas desde un minimalismo -de situaciones, de transformaciones, de personajes- más que evidente. Se deja ver mejor que la media de las películas criminales de hoy; pero no hay que pedirle milagros a una puesta en escena más bien funcionarial y sin sorpresas.

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