Entrevista:PEDRO TXILLIDA | Pintor y escultor

'Uno pinta con la historia entera del arte y del hombre'

Pedro Txillida defiende un ritmo de trabajo lento, sin prisas, disfrutando hasta del contacto físico con el lápiz y el papel. Txillida expone hasta el próximo 7 de marzo su obra más reciente, pinturas y esculturas en las que vuelve a abordar la representación de la figura humana, en la galería Colón XVI (Colón de Larreátegui, 16), de Bilbao.

Pregunta.
¿Por qué escribe su apellido con tx?

Respuesta. Es muy sencillo: el apellido con ch estaba ocupado. Desde el primer día empecé a firmar Txillida Belzunce. Cuando un hermano mío [Eduardo] empezó a pintar ...

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Pedro Txillida defiende un ritmo de trabajo lento, sin prisas, disfrutando hasta del contacto físico con el lápiz y el papel. Txillida expone hasta el próximo 7 de marzo su obra más reciente, pinturas y esculturas en las que vuelve a abordar la representación de la figura humana, en la galería Colón XVI (Colón de Larreátegui, 16), de Bilbao.

Pregunta. ¿Por qué escribe su apellido con tx?

Respuesta. Es muy sencillo: el apellido con ch estaba ocupado. Desde el primer día empecé a firmar Txillida Belzunce. Cuando un hermano mío [Eduardo] empezó a pintar firmando Chillida Belzunce, me quitaron el Belzunce y me quede sólo con Txillida.

P. Sus obras revelan un gran trabajo de dibujo.

R. Sí, siempre.

P. ¿Qué importancia tiene en su pintura?

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R. Cuando yo era niño en casa había una gran biblioteca, y yo iba leyendo de todo. Cuando llegué a los códices de Leonardo, a los libros de dibujo de Miguel Ángel, fue lo que más me impresionó, más que la pintura o la escultura. Dibujaba constantemente y ha seguido siendo así. Si me ofreces la posibilidad de elegir lo que quiero dominar, sería el dibujo. Es lo más interdisciplinar. El nexo entre pintura y escultura es el dibujo; la base para comprender las cosas. Es como si fuera la linterna con la que vas por un entorno oscuro y vale para la pintura, la escultura, el grabado, el collage.

P. ¿También para la escultura?

R. Para entenderla, el método para profundizar es dibujar. No hay un solo escultor digno que no sea un gran dibujante. Es la base común. Yo le tengo un afecto particular, y es algo que he cultivado muchos años y creo que he llegado a dominar bastante bien, a base de esfuerzo. Llevo 25 años pintando profesionalmente, son kilómetros y kilómetros de líneas hechas. Creo que los cuadros se hacen solos, cambian sólo con la reflexión, sin tocarlos con las manos. Les vas dando lo que piden, con tus métodos, tus habilidades.

P. Parece que lo que no le pide su obra es color

R. Soy bastante económico. Si manejas mucho el papel, como yo hago, tienes que manejar colores que sean adecuados al papel, que respeten su espíritu.

P. Su biografía dice que no empezó a pintar hasta los 25 años, después de haber estudiado Filosofía y Letras en Madrid.

R. Sí, era relativamente mayor. Yo he sido lento para todo. Soy un deportista relativamente bueno, pero si estoy jugando un partido de pala en los diez primeros tantos ni me entero. Lo mismo me pasa con los cuadros. Mi trabajo es a largo plazo, sin prisa.

P. ¿Es un autodidacto formado por la Historia del Arte?

R. Creo que es imposible que encontremos nuevos motivos decisivos en el arte. Son los grandes temas de la vida, de la muerte, el amor, el sexo, la soledad, la tristeza. ¿Qué más hay en un hombre? No aprender de cómo otros artistas han afrontado eso a lo largo de la historia es una estupidez. De la misma manera que sería estúpido no mirar lo que se hace ahora. Uno pinta con lo que le gusta y lo que no le gusta, con la historia entera de la pintura y del hombre.

P. ¿Hay desdén por la Historia en las nuevas generaciones?

R. Tengo un hijo que estudia Bellas Artes y uno de los últimos ejercicios que le han encargado es hacer algo, que no hacía falta que fuera nada, pero debía explicarlo bien. 'Vístelo de una hermosa teoría', le pedían. Tener un buen discurso es suficiente, ya no hace falta ni que la obra sea buena. Yo no me lo creo, sinceramente. La implicación de una persona con su trabajo, incluso a nivel físico, es decisiva. Con amor y respeto al material; yo entro en el estudio y el perfumito ya me gusta.

P. ¿Por qué dedica cada vez más tiempo a la escultura?

R. Yo expongo mucho y debo hacer mucha pintura por narices. Si de mí dependiera, haría más escultura, que es más lenta. Cuando paso a la escultura voy contento, con la sensación de que gano cosas y cuando vuelvo a la pintura, mi universo se reduce. Quizá no he sido escultor desde el principio por problemas obvios, por querer diferenciarme, aunque mi escultura no tiene que ver con la de mi padre. Nadie le ha copiado más que yo, pero yo le copio todo menos las esculturas.

P. ¿Por qué vende tanto en los países del norte de Europa?

R. Tengo la suerte de que me va bien en todos los países, pero no busco satisfacer a los demás, ni tener éxito. Me tiene que gustar a mí. Y tengo la suerte de que a la gente le gusta mi trabajo. No creo que haya una sensibilidad diferente para el arte en un señor de Bilbao y otro de Finlandia. Al final, he descubierto que todo consiste en que lo que hagas sea cierto. Si estás implicado, si lo has sentido, el otro lo ve. La gente se mete en el arte para obtener fama, dinero. Yo creo que lo que funciona es meterse en el arte para dar.

PERFIL

Nacido en San Sebastián en 1952, Pedro Txillida, el segundo hijo del escultor Eduardo Chillida, asegura que tan importante como su el arte en su vida son la literatura y la música, pero también las motos y los deportes, desde la pelota al golf, que practica con notables resultados.

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