OPINIÓN DEL LECTOR

¿Y yo qué puedo hacer?

Hace unos días decía un periodista vasco que si algún colega extranjero se acercara por nuestra tierra no percibiría, a primera vista, ninguna laguna democrática, no entendería nuestra preocupación por esta libertad en entredicho, no llegarían a sus oídos ráfagas o bombazos.

Probablemente sea así para quien viene a pasar un par de días: sólo hay revoltijo verborreico entre las altas instancias del poder. Pero esta realidad no es, ni mucho menos, completa; aunque parece que hay una calma tensa y llevamos más de dos meses sin asesinatos, hay ojos acechando la libertad y la vida de muchos....

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Hace unos días decía un periodista vasco que si algún colega extranjero se acercara por nuestra tierra no percibiría, a primera vista, ninguna laguna democrática, no entendería nuestra preocupación por esta libertad en entredicho, no llegarían a sus oídos ráfagas o bombazos.

Probablemente sea así para quien viene a pasar un par de días: sólo hay revoltijo verborreico entre las altas instancias del poder. Pero esta realidad no es, ni mucho menos, completa; aunque parece que hay una calma tensa y llevamos más de dos meses sin asesinatos, hay ojos acechando la libertad y la vida de muchos.

Hace veinte días saltó por los aires un artefacto que pretendía amputar la esperanza de muchos bilbaínos, como en Vitoria en octubre; en Beasain consiguieron matar y rematar pero no por ello mataron la dignidad de aquel pueblo, que, venciendo el miedo y unido como una piña, salió a la calle a expresar su indignación. La realidad y cotidianidad de muchas personas de nuestro país es tozuda, y todos los días, todos -porque el terror no tiene fiestas que guardar- han de llevar un par de tiarrones, no pisar ciertas calles, no bajar la basura, nada de llevar los críos a la ikas... ¿Por qué? Porque algunos hablan, otros dictan sentencias, otros escriben, los de más allá nos custodian, aquellos dan clases, o los de más acá porque son sospechosos de lo que sea.

Nuestro pueblo siempre ha sabido decir no a la imposición. Con frecuencia nos preguntamos qué es lo que podemos hacer. Hoy día hemos de hacer frente a la imposición de la violencia en todas sus formas. Hostigar, amedrentar, señalar para excluir, estigmatizar, aislar... son modos oscuros dentro de una misma estrategia violenta y no podemos aceptarla. Son ya tantos los amenazados que a buen seguro tenemos alguno cerca. Yo les recomiendo que se acerquen a ellos y les den la mano como muestra de solidaridad.

Será bien acogido. También los familiares de las víctimas de tanta barbarie acogen de buen grado un abrazo. A menudo creemos que molestamos al acercarnos, pero no es así. El sábado pasado por la tarde, en Bilbao, nos manifestamos a favor del derecho fundamental, pisoteado por ETA, que es el derecho a la vida.

También nos manifestamos frente a la amenaza de que la libertad de muchas personas esté absolutamente condicionada, porque somos conscientes de que no viviremos en una sociedad libre mientras nuestros convecinos estén amenazados. Y por último, yo les invito a manifestarse juntos, unidos en lo principal, es decir en lo que, lamentablemente, más falta nos hace: la paz.

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