OPINIÓN DEL LECTOR

Promoción

Cuando allá por el año 93, empujados por las escasas ofertas de empleo y la precariedad de los trabajos desempeñados, decidíamos, como muchos otros igualmente en posesión de formación universitaria, presentarnos a las oposiciones del Cuerpo General de Administrativos de la Junta de Andalucía y lográbamos superarlas, nos las prometíamos muy felices pensando en la carrera administrativa que se nos abría y las posibilidades de promoción profesional que se nos presentaban. Tras nuestra incorporación y después de unos años de trabajo, la desoladora realidad que contemplamos dista mucho de la que ta...

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Cuando allá por el año 93, empujados por las escasas ofertas de empleo y la precariedad de los trabajos desempeñados, decidíamos, como muchos otros igualmente en posesión de formación universitaria, presentarnos a las oposiciones del Cuerpo General de Administrativos de la Junta de Andalucía y lográbamos superarlas, nos las prometíamos muy felices pensando en la carrera administrativa que se nos abría y las posibilidades de promoción profesional que se nos presentaban. Tras nuestra incorporación y después de unos años de trabajo, la desoladora realidad que contemplamos dista mucho de la que tan cándidamente nos pintaron: Unos concursos de promoción en los que los méritos reales de formación no valen nada, donde las titulaciones universitarias no son consideradas y donde cualquier cursillo de una semana -todos sabemos de qué hablamos- vale más que años de preparación universitaria, y que no nos salgan con lo de que debe estar directamente relacionada con los puestos desempeñados: Cualquier persona bienintencionada y mínimamente objetiva sabe que la posesión de cualquier estudio superior supone un mayor nivel formativo que 10 de los cursos de los que aquí hablamos. En esta situación absurda la única posibilidad de promoción real se reduciría a la simple antigüedad, encaminándonos, como cuando los soldados ascendían tras reengancharse y con el mero paso de los años alcanzaban puestos de suboficiales, hacia una administración de chusqueros.

¿Qué pretende la Administración? ¿Qué los puestos de cierta responsabilidad sean únicamente ocupados por personas cuyo único mérito sea el de aportar una hoja de servicios lo más antigua posible, sin fomentar la valoración real de la capacidad? Esto representa un modelo de gestión de personal obsoleto, ajeno a la imagen de administración joven y próxima a la sociedad. Hace años era difícil acceder a los niveles superiores de enseñanza pero actualmente está al alcance de la mayoría de los ciudadanos. Parece increíble que en determinados ámbitos de decisión se opte sistemáticamente por desperdiciar todo ese capital humano. No sabemos qué intereses y quiénes se pueden encontrar detrás de lo que comenzamos a ver como una intencionada marginación de las nuevas promociones de funcionarios con titulaciones universitarias, pero empezamos a intuirlo.

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