LA CRÓNICA

El sustrato Messerschmitt

- Cadáveres con máquina. Dentro de cuatro días el aeropuerto de El Prat iniciará las obras para construir una tercera pista. En esas obras, cuando empiecen a excavar se encontrarán un avión y el señor que lo pilotaba. Del hombre se sabe que era un joven que estudiaba medicina. El 18 de julio le pilló en Santander. Se cambió de bando. Se apuntó a la aviación. Fue observador de un Junkers-52. Es posible que visitara Barcelona hacia el final de la guerra, cuando los Junkers alemanes se turnaban con los Savoias italianos para bombardear la ciudad. Al acabar la guerra, hizo un curso de pilotos de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

- Cadáveres con máquina. Dentro de cuatro días el aeropuerto de El Prat iniciará las obras para construir una tercera pista. En esas obras, cuando empiecen a excavar se encontrarán un avión y el señor que lo pilotaba. Del hombre se sabe que era un joven que estudiaba medicina. El 18 de julio le pilló en Santander. Se cambió de bando. Se apuntó a la aviación. Fue observador de un Junkers-52. Es posible que visitara Barcelona hacia el final de la guerra, cuando los Junkers alemanes se turnaban con los Savoias italianos para bombardear la ciudad. Al acabar la guerra, hizo un curso de pilotos de caza. Pilotó un caza. En el año 1940, en una exhibición aérea que presenciaban su padre y su novia, se estrelló en El Prat, en un terreno entonces pantanoso. Resultó menos complicado edificar un monolito conmemorativo que sacarlo del pantano. De la máquina, por otra parte, se sabe que es un Messerschmitt BF-109, una formidable máquina fascista de matar.

Cuando dentro de cuatro días el aeropuerto inicie las obras de la tercera pista encontrarán un avión

- Cosas que se rasca y salen. La tercera pista de El Prat será otra pista sin vuelos internacionales. Es, pues, una pista que no conduce a ningún sitio, salvo a ese Messerschmitt. Va directamente a un sustrato, del que recientemente se ha hablado mucho en la prensa por la cosa del avión ese, pero que es bien visible en la ciudad, a pelo y sin remover tierras. Se ve, por ejemplo, en las estructuras que aún quedan en el Carmel de las baterías antiaéreas con las que la ciudad intentaba defenderse de los aviones. Se ve en los cientos de refugios antiaéreos que llenan el subsuelo de la ciudad -bajo la plaza de Tetuán se encuentra el refugio más grande de Europa, que quizá ilustra uno de los miedos más grandes del continente-. Se ve en diversos solares que aún quedan en la ciudad -la Barceloneta, Zona Cero de 1936 a 1939, está lleno-, provocados por los bombardeos. El más llamativo lo forman lo que hoy es la plaza de la Catedral y cruza la Via Laietana hasta otra plaza. Se trata de una espongización de la ciudad realizada por la aviación italiana. En un plis-plas y dentro de la campaña Barcelona, posa't fatxa. El Messerschmitt, esa máquina que nos encontraremos en El Prat, forma parte de todo ese terror. No se vayan amigos.

- Historia de una máquina. El Messerschmitt fue un avión preseleccionado como caza de guerra por la Luftwaffe en 1935, cuando el tratado de Versalles impedía a Alemania construir ningún caza de guerra, incluso dibujarlo en la puerta de un WC. La guerra civil española supuso la posibilidad de experimentar con los dos últimos prototipos del avión, antes de empezar a fabricarlo como polos. En 1937 ya llegan a España los primeros 14 aviones fabricados en serie. Se encuadran en la legión Cóndor. Salen un tanto manguis, pero la guerra civil está para eso. En la batalla de Teruel, le dan un tute al avión y le cambian la hélice bipala por otra tripala. Arrasa. Por esa época, ya hay dos escuadrillas de messers, pilotadas enteramente por alemanes. Entre marzo y mayo, se experimentó poco con esa máquina. Esos meses son los que corresponden a la anexión de Austria por Alemania, es decir, a otro tipo de experimentación. Luego, los alemanes vuelven al tajo. En 1938 son tres las escuadrillas. Una de ellas, completamente española. Me parece que la única. Hubo muy pocos españoles que pilotaran messers en la guerra. Los pilotos republicanos los preferían a los alemanes. Los alemanes ametrallaban a los pilotos enemigos cuando se tiraban en paracaídas. Hasta el final de la guerra Alemania envía 109 aviones. Vuelan más alto -quien vuela más alto, gana en el cielo; algo parecido sucede también en tierra-, y son más veloces que el Mosca, el gran avión de la República. La República improvisa una solución con una escuadrilla 'biberón'. Es decir, con Moscas adaptados a la altura, que vuelan tan alto que los pilotos deben respirar oxígeno chupándolo a través de una goma, que los pilotos llamaban, en plan pitote, biberón. En todo caso, no pudieron frenar a la aviación fascista. En los momentos de mayor optimismo republicano, la proporción de aviones era de seis a uno a favor de los fascistas. Cuando los alemanes se llevan sus bártulos, dejan 41 aparatos -40, si descontamos el que se estrelló en El Prat-. En 1942 España decide crear su aviación alrededor del Messerschmitt. Compra al Reich una licencia y lo empieza a fabricar. Después de lo de Stalingrado, Alemania no puede facilitar motores -eran Daimler-Benz, como el motor que nos toparemos en El Prat-. Se hacen intentos de acoplar un motor Hispanosuiza. El acoplamiento sale rana. En 1954, cuando ya aviones con motor a chorro, como reza el pasodoble de Bienvenido Mr. Marshall, se decide acoplarles un motor Rolls-Royce. La cosa funciona, aunque los messers pierden su figura original y gana un buche bajo el motor. Sus usuarios les llaman Buchones. Esos Buchones llegaron a enfrentarse con éxito a la aviación enemiga -es decir, no había aviación enemiga-, cuando lo de Ifni. El último Buchón se fabrica en 1961, y la última escuadrilla se jubila en 1965, en plena era de Acuario. Cuando estaban listos para ser desguazados, un productor americano los compró a peso. Son los aviones que aparecen como messers en La Batalla de Inglaterra (1968). Lo que nos encontremos en El Prat, por tanto, dibuja la historia de por aquí abajo desde el franquismo gore (1936) hasta Pili y Mili (1965). Un sustrato muy amplio. Y, por su proximidad, inquietante. La buena noticia es que un Messerschmitt se cotiza a 1.000 millones de pesetas (2001) o 6.010.120,04 euros (2002).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En