CARTAS AL DIRECTOR

¿Y los sexenios?

En los últimos tiempos se habla mucho de los aspectos que se deben renovar en la Universidad española; sin embargo, no he oído nada respecto a los informes secretos que tan en boga se están poniendo en nuestro país. Me explico. Con la LRU surgieron en nuestro país diferentes organismos necesarios para poder otorgar los sexenios de investigación; dichos sexenios se otorgan tras informes secretos favorables realizados por profesores del área elegidos a dedo. Quedando absolutamente prohibido que se sepa el nombre de los informantes, por lo que sólo queda plantear un proceso contencioso-administra...

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En los últimos tiempos se habla mucho de los aspectos que se deben renovar en la Universidad española; sin embargo, no he oído nada respecto a los informes secretos que tan en boga se están poniendo en nuestro país. Me explico. Con la LRU surgieron en nuestro país diferentes organismos necesarios para poder otorgar los sexenios de investigación; dichos sexenios se otorgan tras informes secretos favorables realizados por profesores del área elegidos a dedo. Quedando absolutamente prohibido que se sepa el nombre de los informantes, por lo que sólo queda plantear un proceso contencioso-administrativo.

Lo que empezó siendo una compensación económica mensual (los sexenios conllevan un incremento salarial), se ha convertido en puerta y llave para recibir financiación económica para proyectos de investigación, para acceder a cátedras en algunas universidades, e incluso, en la nueva ley, para estar en los tribunales de oposición del cuerpo al que se pertenece.

Es evidente que el desprestigio de ciertos organismos va en aumento, pues existen ejemplos de compañeros que durante años consecutivos han obtenido calificación diferente, pasando del excelente al suficiente en menos de doce meses. ¿Cómo es posible que la actividad investigadora de toda una vida pueda cambiar de valoración de un año para otro? ¿Acaso no hay unos criterios mínimos? Las comisiones se defienden diciendo que es problema de los informantes, sin percatarse de que las instituciones deben tener memoria histórica de la persona que juzgan y deben controlar la coherencia de sus informantes.

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Si se quiere arreglar nuestra Universidad, tal y como se dice, luz y taquígrafos, déjense de informes secretos, y si hemos de ser juzgados, sea abiertamente y con un debate intelectual, que es lo que realmente se echa en falta.-

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