Crítica:

Lejos de la ortodoxia local

Al menos dos de cada mil españoles conocen ya el inimitable estilo de Anastasia Kaménskaya, coronel de la policía moscovita, creada por Alexandra Marínina como protagonista de un extenso ciclo de novelas en las que la intriga criminal de primera categoría se mezcla con la constatación, modesta y sincera, del derrumbe imperial soviético en sus aspectos más cotidianos (las neveras vacías y los medios inundados de transparencia informativa). De ahí que el nada misterioso ejercicio narrativo que ha hecho rica y famosa a la escritora rusa le haya granjeado el recelo de los más sesudos guardianes de...

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Al menos dos de cada mil españoles conocen ya el inimitable estilo de Anastasia Kaménskaya, coronel de la policía moscovita, creada por Alexandra Marínina como protagonista de un extenso ciclo de novelas en las que la intriga criminal de primera categoría se mezcla con la constatación, modesta y sincera, del derrumbe imperial soviético en sus aspectos más cotidianos (las neveras vacías y los medios inundados de transparencia informativa). De ahí que el nada misterioso ejercicio narrativo que ha hecho rica y famosa a la escritora rusa le haya granjeado el recelo de los más sesudos guardianes de la ortodoxia literaria local y, a cambio, la más alta consideración de lectores y espectadores (pues sus textos son continuamente adaptados al cine y a la televisión) interesados en palpar la vida real de la Rusia de los noventa a través de una ficción bien contada y mejor pensada.

LOS PEONES CAEN PRIMERO

Alexandra Marínina Traducción de Elena Panteleeva Planeta. Barcelona, 2001 288 páginas. 2.400 pesetas

Éste es el quinto volumen que se publica en español y la trama descansa simultáneamente sobre una cadena de asesinatos semanales de perfecta ejecución y sobre una cascada de corruptelas originadas por la venta fraudulenta de residuos industriales, ricos en metales preciosos, en la remota ciudad de Uralsk-18. El verdadero interés de lo que cuenta Marínina radica sin embargo en la intimidad y pautas de conducta de los personajes y en la peculiar condición profesional de Kaménskaya, que se apoya en una moral mestiza de pragmatismo y decencia muy fácilmente identificable con los mejores resultados de la 'civilización soviética'. No tendría sentido obviar cierta dosis de tosquedad con que a veces se impone el discurso narrativo, pero hasta en eso hay que asumir las condiciones objetivas en que se produce este sugerente antimodelo de mujer, inasequible a la frivolidad, que se protege de la mediocridad con la discreta soberbia del conocimiento. Y para sosiego de sus más fieles seguidores, el libro incluye el descubrimiento de que Nastia no está totalmente perdida para la pasión, con lo que su inminente boda con el imperturbable Chistiakov queda prácticamente anulada.

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