OPINIÓN DEL LECTOR

Salir de Madrid

Ha comenzado la construcción de un nuevo túnel que dará salida a los vehículos desde el paseo de la Castellana hacia la N-II. Un proyecto más en el camino de la conversión de Madrid en una ciudad fragmentada por las autovías y túneles en el centro de la ciudad, que impiden la cohesión de los barrios y sus vecinos. Los paseos están cada vez más interrumpidos por carreteras, los pequeños comercios que dan vida a los barrios decaen, no hay jardines en donde puedan jugar los niños y reposar los ancianos, y los coches gozan de prioridad absoluta, siempre en la idea de que nos sirven para salir de M...

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Ha comenzado la construcción de un nuevo túnel que dará salida a los vehículos desde el paseo de la Castellana hacia la N-II. Un proyecto más en el camino de la conversión de Madrid en una ciudad fragmentada por las autovías y túneles en el centro de la ciudad, que impiden la cohesión de los barrios y sus vecinos. Los paseos están cada vez más interrumpidos por carreteras, los pequeños comercios que dan vida a los barrios decaen, no hay jardines en donde puedan jugar los niños y reposar los ancianos, y los coches gozan de prioridad absoluta, siempre en la idea de que nos sirven para salir de Madrid.

Los actuales regidores (no hay que olvidar que el alcalde vive en una zona residencial de las afueras) tienen la idea de Madrid como centro de trabajo al que acceder por la mañana y del que irse por la noche, y de ahí su empeño en mejorar accesos y salidas. Pero olvidan que todavía hay muchos vecinos que viven, trabajan y crían hijos aquí. Los que no tenemos chalés queremos tener parques públicos con jardines y árboles. Queremos vivir sin ruidos y sin contaminación, hacer la compra sin echar la tarde en un hipermercado, dar paseos por las calles y relacionarnos con los vecinos sin ir a un centro comercial.

Hay que evitar que Madrid se convierta en una ciudad habitada únicamente por turistas y trabajadores que a media tarde se van, y ni les duelen sus fallos, ni disfrutan de ella, ni tampoco exigen nada al Ayuntamiento, puesto que están de paso. Ya nadie pide parques y jardines, ni viviendas baratas, ni control sobre los alquileres, ni nuevas bibliotecas o museos, porque las asociaciones vecinales han perdido fuerza y porque los madrileños nos vamos haciendo cada vez más sumisos y poco críticos. Y el alcalde, encantado.

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