LA OFENSIVA TERRORISTA

Detenidos dos etarras del 'comando Madrid' tras atentar con un coche bomba contra un alto cargo

Los terroristas fueron capturados gracias a un ciudadano que los siguió en comunicación con la policía

La policía detuvo ayer a dos etarras del comando Madrid apenas media hora después de que hicieran estallar, en la confluencia de las calles de Corazón de María y Cardenal Silíceo de la capital, un coche bomba con 25 kilos de dinamita con el que pretendían asesinar al secretario general de Política Científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Juan Junquera. Este alto cargo salvó la vida por un error de cálculo de los terroristas, cuya acción provocó 95 heridos, seis de ellos graves, y daños en 140 viviendas y en un edificio del BBVA. La colaboración de un ciudadano, que siguió a los etarr...

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La policía detuvo ayer a dos etarras del comando Madrid apenas media hora después de que hicieran estallar, en la confluencia de las calles de Corazón de María y Cardenal Silíceo de la capital, un coche bomba con 25 kilos de dinamita con el que pretendían asesinar al secretario general de Política Científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Juan Junquera. Este alto cargo salvó la vida por un error de cálculo de los terroristas, cuya acción provocó 95 heridos, seis de ellos graves, y daños en 140 viviendas y en un edificio del BBVA. La colaboración de un ciudadano, que siguió a los etarras en comunicación con la policía, permitió capturar a Ana Belén Engüés, ex edil de HB, y Aitor García Aliaga.

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El coche bomba, un Renault 19 con matrículas falsas, había sido colocado esa misma mañana en la embocadura de la calle del Cardenal Silíceo desde la de Corazón de María, en el madrileño barrio de Prosperidad. Los dos terroristas esperaban a un vehículo oficial Ford Taurus verde, del que sólo tenían la matrícula y el recorrido habitual, sin saber que su ocupante era Juan Junquera, de 65 años, secretario general de Política Científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología.

La bomba estalló a las 9.08, cuando el coche de Junquera y su chófer aún no había entrado plenamente en Cardenal Silíceo por mor de un frenazo inesperado y se encontraba a unos cinco metros del vehículo que los terroristas habían cargado con unos 25 kilos de dinamita.

El estallido proyectó el coche bomba contra la fachada del bar Púrpura, donde quedó convertido en un ovillo de chatarra negra. El vehículo que se encontraba aparcado más cerca saltó por los aires y fue a caer a unos cuatro metros, hasta quedar de lado apoyado entre una cabina de teléfonos y unos árboles ya sin hojas.

Juan Junquera apenas sufrió laceraciones y cortes en la cara provocadas por la proyección de los cristales de la luna de su coche, pero la explosión provocó heridas de gravedad a seis personas; entre ellas, un ciudadana británica, que sufrió estallido de globo ocular, y un tunecino de 29 años, con profundas quemaduras en rostro y manos; así como una madre de 39 y a su hijo de tres. Otras 89 personas tuvieron que ser atendidas de cortes, contusiones, afecciones de oído y crisis nerviosas, según fuentes del Samur, aunque sólo 23 sufrieron daños de alguna consideración.

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Una veintena de coches resultaron destruidos, al igual que unos 140 pisos de cuatro bloques de viviendas y el edificio que alberga parte de los servicios de informática del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria. Juan Redondo, portavoz de los Bomberos, precisó que ningún inmueble resultó afectado en su estructura.

La huida de los dos terroristas a bordo de un Ford Escort blanco, matrícula M-6097-LS, fue avistada por un ciudadano que transitaba por la zona al volante de un Land Rover. "He visto a dos jóvenes meterse precipitadamente en un coche y huir de la zona. Les sigo", dijo al operador del 092, la sala de avisos de la Policía Municipal, con el que se puso en contacto. El perseguidor, cuya identidad no ha sido facilitada, se mantuvo permanentemente en contacto a través de su teléfono móvil con los municipales, que avisaron a su vez al Cuerpo Nacional de Policía.

Sin nervios y con criterios policiales, el comunicante dio datos precisos del vehículo, su matrícula, las calles que iba tomando y los movimientos que hacía.

Instrucciones por teléfono

La policía le pidió que tomara todas las precauciones, que evitara que los terroristas le vieran hablar por el móvil, que mantuviera una distancia de seguridad y que no realizara movimientos ni giros bruscos.

Los terroristas abandonaron su automóvil en un descampado situado al final de la calle del Estrecho de Corea e inicio de la calle de Fernández Caro, a unos diez minutos en coche del lugar del atentado. Seguramente porque se sentían acosados -la zona se había poblado de vehículos policiales-, los terroristas no conectaron el artefacto de un kilo de dinamita que habían colocado en la guantera, para que su explosión borrara las huellas.

Los etarras continuaron la huida a pie, deprisa pero no a la carrera, por la calle del Doctor Vallejo, tomaron a la izquierda la de José del Hierro y doblaron por la calle de la Mandarina. Justo en el cruce con la calle Circonia, a la puerta de un bar, fueron cazados por dos agentes de policía que les encañonaron y los conminaron a rendirse.

Los dos terroristas no opusieron resistencia e inmediatamente ofrecieron las muñecas para ser esposados. Aitor García Aliaga, alias Carpetas y Bombero, "vestía de traje azul grisaceo", según varios testigos, que no recordaban si estaba "calvo o rapado". Ella, Ana Belén Engüés, ex concejal de HB en Elduayen (Guipúzcoa), llevaba el pelo rojo e iba vestida "con un conjunto, con pinta elegante". Los agentes hallaron en su poder una mochila con pelucas y bigotes, dos pistolas del calibre nueve milímetros parabellum, así como documentos de identidad falsos de policías, guardias civiles y "personalidades del PP", según fuentes de la investigación.

La policía comenzó a interrogarles inmediatamente, lo que permitió la localización y registro de tres pisos en Madrid y otro en Salamanca -ciudad en la que se han hallado 40 kilos de explosivos, armas y documentación-, así como una habitación en una pensión del distrito de Latina, según fuentes policiales. El inmueble de la capital charra era la base operativa del comando, donde almacenaba el material, ya que los terroristas vivían en Madrid en habitaciones alquiladas.

La policía buscaba ayer denodadamente el garaje donde supuestamente los etarras esconden y preparan los coches bomba con los que han aterrorizado Madrid desde el final de la tregua. Y también intentaba capturar al etarra Juan Luis Rubenach, que logró darse a la fuga.

Los terroristas habrían sembrado más desconcierto si hubieran hecho estallar el coche de fuga. El vehículo fue finalmente reventado por los artificieros de la policía, tras varios intentos para conservarlo intacto y acumular más pistas. Los agentes colocaron dos cebos y tres cargas explosivas, la última de ellas pegada a la guantera en la que se encontraba la bomba. El coche quedó casi partido por la mitad.

El ministro del Interior, Mariano Rajoy, atribuyó ayer a los detenidos y al huido el asesinato del general Justo Oreja y del policía Luis Ortiz de la Rosa; así como la colocación de los coches bomba de la calle de Goya y de la de Alcántara, este último el pasado 12 de octubre.

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