CARTAS AL DIRECTOR

El enemigo en el té

Sentada tranquilamente frente al televisor con un té calentado en el microondas, miro con atención un programa sobre el calentamiento de la Tierra. El documental es realmente alarmante, el agujero de la capa de ozono es ya mayor ¡que todo EE UU! Los gases emitidos a la atmósfera constantemente nos llevan a un verdadero peligro ecológico. La temperatura aumentará de aquí al 2100 en más de 5 grados, y con ella los cambios climáticos bruscos, lluvias catastróficas, inundaciones, deshielos, etcétera, que harán desaparecer bajo las aguas a parte de Manhattan, por ejemplo. Realmente, oyendo hablar a...

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Sentada tranquilamente frente al televisor con un té calentado en el microondas, miro con atención un programa sobre el calentamiento de la Tierra. El documental es realmente alarmante, el agujero de la capa de ozono es ya mayor ¡que todo EE UU! Los gases emitidos a la atmósfera constantemente nos llevan a un verdadero peligro ecológico. La temperatura aumentará de aquí al 2100 en más de 5 grados, y con ella los cambios climáticos bruscos, lluvias catastróficas, inundaciones, deshielos, etcétera, que harán desaparecer bajo las aguas a parte de Manhattan, por ejemplo. Realmente, oyendo hablar a los profesores del documental (algunos premios Nobel) he sentido escalofríos hasta en la última aspa de mi cadena de ADN. Debe ser nuestro olvidado instinto de supervivencia que se revuelve, a buenas horas mangas verdes que dirían...

Dando un vistazo a la habitación en que me encuentro, me siento como del enemigo: aire acondicionado, ambientadores, aerosoles... Deberíamos estar más informados de la realidad de nuestro planeta para poder elegir. Deberíamos saber por qué algún país no quiere suscribir el acuerdo de Kioto contra el calentamiento de la Tierra y por qué es más importante la economía que la supervivencia de las especies, incluida la nuestra. ¿O debería decir infravivencia? Me acaba de llamar mi madre, también es del enemigo por culpa de 165 pesetas de aerosol limpiapolvo superbrillo. Nunca en ninguna guerra, ni siquiera en la de mis abuelos, costaron tan baratas las municiones.

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