Reportaje:

Menú de fiesta y excursión en el hospital

Niños enfermos de La Paz visitan la cocina del centro y disfrutan de platos especiales promovidos por la Semana del Gusto

Un grupo de niños enfermos hizo ayer una excursión corta pero fascinante: un recorrido por la enorme cocina del ala materno-infantil del hospital La Paz, en el que permanecen ingresados. Los promotores de la Semana del Gusto tuvieron la idea y el jefe de cocina y sus pinches transformaron las instalaciones en una suerte de parque de ocio, donde las atracciones fueron las cámaras frigoríficas gigantescas, las sartenes de medio metro de diámetro, los fregaderos como bañeras y las cintas que transportaban alimentos para elaborar cada menú, como si de una cadena de fabricación de automóviles se tr...

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Un grupo de niños enfermos hizo ayer una excursión corta pero fascinante: un recorrido por la enorme cocina del ala materno-infantil del hospital La Paz, en el que permanecen ingresados. Los promotores de la Semana del Gusto tuvieron la idea y el jefe de cocina y sus pinches transformaron las instalaciones en una suerte de parque de ocio, donde las atracciones fueron las cámaras frigoríficas gigantescas, las sartenes de medio metro de diámetro, los fregaderos como bañeras y las cintas que transportaban alimentos para elaborar cada menú, como si de una cadena de fabricación de automóviles se tratara.

'La endibia cruje porque tiene fibra y actúa como el algodón, que tapa las heridas y evita volver a rozarse'

En realidad, el Día del Gusto hizo pedazos la rutina hospitalaria desde bien temprano. Varios niños de distintas edades recibieron, antes del periplo hasta la cocina, unas clases sobre sabores y propiedades nutritivas de los alimentos. La profesora, Yvonne, animó a los pequeños a experimentar. Por ejemplo, con una endibia. 'Quiero que la mordáis para reconocer que cruje', incitó la docente, y se llevó la verdura a la boca con intención de que los pupilos la imitasen. 'La endibia cruje porque tiene fibra y actúa como el algodón, que tapa las heridas y evita que nos volvamos a rozar; la endibia hace lo mismo con el estómago: envuelve los alimentos'.

El pequeño Alejandro prefería confiar ciegamente en las explicaciones de la maestra con tal de no probar esa cosa amarilla. 'Ahora pasemos a la zanahoria. ¿Habéis visto al conejo de los dibujos animados? Come mucha zanahoria y por eso no necesita gafas ni tiene que ir al dentista', prosiguió Yvonne, y Alejandro, impaciente en su silla de ruedas, empezaba a pensar que el momento de comerse el bombón no iba a llegar nunca. Pero llegó y los nueve pequeños lo festejaron devorándolo en lo que dura un relámpago.

El curioseo de los niños por la cocina hospitalaria fue el preámbulo de un día muy especial en lo gastronómico: los retoños y el resto de los enfermos tuvieron derecho a menú de fiesta en La Paz, por cortesía de la Semana del Gusto. Bueno, y de los cocineros, empujados a hacer un esfuerzo mayor del habitual, sobre todo en la presentación de los platos. Los pacientes del hospital La Paz comieron ensalada mediterránea a base de frutas y pasta de colores, de primero; blanqueta de ternera con arroz al curry, de segundo, y pera a la menta sobre leche de gelatina de frambuesa, como postre.

La responsable de nutrición del centro sanitario, Carmen Gómez Candela, no quiso darle una excesiva relevancia a los cambios: 'Hoy [por ayer] tenemos un menú especial en cuanto al aderezo y la presentación, porque si hubiera sido un día normal habrían comido también pasta, de primero; después, carne, y una fruta para terminar; es decir, los alimentos serían los mismos, la base nutricional no cambiaría, lo que ocurre es que lo celebramos con algunas mezclas'. Dicho esto, Gómez remarcó la labor de la gente que trabaja en los fogones: 'Montar un día especial como éste supone mucha más dedicación y tiempo por parte del personal, porque la fruta hay que pelarla y partirla, hay que detenerse a preparar las salsas; en general, los platos requieren más tiempo y reorganización, un trabajo extra que el personal hace con cariño', destacó.

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En cuanto a las razones por las que un hospital como La Paz no deleita a sus inquilinos a diario con menús tan atractivos, la encargada de nutrición fue contundente: 'Damos de comer cada día a más de 1.500 personas, y un esfuerzo como el de hoy, que hacemos porque queremos, no podría repetirse todos los días'. 'Para preparar esta comida especial', continúa, 'llevamos un mes y medio de trabajo, porque no sólo se trata de dar orden a la cocina para que preparen determinados platos, sino que hay que cambiar las fichas de todos los pacientes, informar a las plantas del nuevo menú e idear los platos que se van a servir, porque tenemos que jugar con limitaciones como las pocas grasas y la sal escasa'. El jefe de cocina, José Francisco Osorio, no sólo tuvo que echarle imaginación y buena maña a los platos especiales de ayer, sino que debió oficiar de anfitrión de los comensales infantiles.

El paseo fue emocionante desde el comienzo, cuando los niños se pusieron la bata verde y el gorro blanco obligatorios. De inmediato, se toparon con las cámaras; los alimentos reposan en frigoríficos de unos 10 metros cuadrados a la temperatura ideal. Daniel, uno de los visitantes más participativos, no pudo contenerse: '¿Y la cámara de los helados?'.

Un grupo de niños enfermos, en la Paz.MANUEL ESCALERA

Pizza y macarrones a todas horas

Si de los pacientes infantiles dependiera, los cocineros del hospital La Paz estarían condenados a una carta breve y monótona: macarrones y pizza. La profesora de las clases del gusto, Yvonne, invitó a sus pequeños alumnos a sincerarse: 'Y ahora me vais a decir cuál es vuestra comida favorita'. Todos respondieron casi al unísono: '¡Pizza!', '¡macarrones!'. Sólo Miriam se armó de valor y añadió: '¡El cocido!'. Yvonne tenía una explicación a tanta unanimidad, y se la transmitió a sus pupilos: 'Es que los alimentos iniciales de la humanidad fueron los cereales y las legumbres'. Enseguida, la docente quiso saber qué les disgustaba más a los retoños en cuestión gastronómica. '¿Y que no os gusta?', preguntó. '¡El hígado, la verdura, el pescado, las alcachofas, la lechuga!'. Los alumnos de un día fueron recitando los nombres, como si hablando de esos alimentos malditos pudieran librarse para siempre de la obligación de tener que tomarlos. Miriam, en silla de ruedas y con corona, no fue la excepción esta vez: 'A mí no me gusta nada el hígado', recalcó. 'Pero te gusta el paté, ¿verdad?', señaló la profesora, 'pues está hecho de lo mismo, de hígado', justificó. La clase terminó en ese punto. Los niños aplaudieron y se pusieron a rellenar una hoja con sus impresiones sobre lo aprendido en la clase. Por desgracia para sus preferencias y suerte para su organismo, los chavales no recibirán menú único de macarrones y pizza mientras permanezcan en el hospital La Paz. Tampoco habrá menú de fiesta el resto del año en los hospitales Ramón y Cajal, Infantil Niño Jesús y el Clínico Universitario, donde ayer se celebró también el Día del Gusto.

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