Reportaje:

Jornales de rebeldía

Los encierros en 30 pueblos andaluces fueron el bautizo de fuego del SOC, que conmemora sus 25 años de existencia

Hace un cuarto de siglo unas decenas de jornaleros se encerraban en locales de 30 pueblos andaluces. Pretendían presionar así a la patronal del olivar para que subiera el jornal a 1.000 pesetas y aceptara el límite de siete horas de trabajo al día. Unas reivindicaciones que hoy suenan rutinarias. Pero en 1976, un año después de la muerte de Franco, la libertad política y sindical eran aún sólo un proyecto. Y cualquier jornada de movilización, un desafío.

Los encierros del 12 de noviembre de 1976 fueron además el bautizo del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), organización que h...

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Hace un cuarto de siglo unas decenas de jornaleros se encerraban en locales de 30 pueblos andaluces. Pretendían presionar así a la patronal del olivar para que subiera el jornal a 1.000 pesetas y aceptara el límite de siete horas de trabajo al día. Unas reivindicaciones que hoy suenan rutinarias. Pero en 1976, un año después de la muerte de Franco, la libertad política y sindical eran aún sólo un proyecto. Y cualquier jornada de movilización, un desafío.

Los encierros del 12 de noviembre de 1976 fueron además el bautizo del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), organización que hoy conmemora sus 25 años de existencia, y resucitaron la lucha obrera en el campo andaluz, entonces una de las zonas más empobrecidas e injustas de Europa occidental: un 2% de los propietarios poseía más de la mitad de las tierras productivas. Varias de estas grandes fincas estaban sin cultivar mientras en esos 30 pueblos y otros muchos más 'el 90% de la población activa se pasa diez meses del año sin trabajo y para sobrevivir, los jornaleros y jornaleras debían salir a la emigración temporera', como recordaba en una conferencia, el sacerdote Diamantino García, uno de los fundadores del SOC y conocido en la Sierra Sur de Sevilla como el cura de los pobres. En el campo andaluz las tasas de analfabetos eran altas y aún 'se pasaba hambre y humillación', afirma Gonzálo Sánchez, antiguo líder jornalero y otro de los fundadores.

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La desigualdad y la necesidad habían provocado diversos brotes de lucha obrera durante los años sesenta, aunque aún no había cuajado un movimiento regional de reivindicación que sí era fuerte en algunos pueblos, como Sanlúcar de Barrameda, Trebujena (Cádiz) y Lebrija (Sevilla), en la zona vinícola de Jerez. 'Los caciques parecían del siglo XVIII, había mucha opresión', dice Sánchez, de 62 años, para explicar la fortaleza de la lucha en el Marco de Jerez.

'Lo de Lebrija era increíble, un año hicieron hasta 12 huelgas generales', asegura Francisco Casero, quien fue primer secretario general del SOC. Casero, que se define como un 'hijo de la emigración', abandonó Menorca donde residía con su familia hasta los 20 años y, tras un verano en el que conoció de primera mano la situación de los jornaleros, decidió quedarse en su localidad natal, Marchena (Sevilla). Había encontrado una causa en la que volcar su 'rebeldía andaluza'.

'Casero era alguien con carisma, conseguía aglutinar a la gente', recuerda Antonio Zoido, que hoy trabaja para la Consejería de Educación y era entonces dirigente regional del PT, formación política escindida del Partido Comunista. Zoido nunca figuró en la dirección del SOC, pero fue el encargado en el PT de fortalecer el sindicalismo agrario, un área desatendida por el PCE y CC OO. Y jugó un papel fundamental en la creación del SOC (su símbolo es creación suya) al aportar su experiencia organizativa.

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'Desde el principio, aplicamos tácticas leninistas, hacer acciones en muchos sitios a la vez aunque fuéramos pocos', rememora Zoido, quien también asegura que la incorporación de los sacerdotes obreros que impulsaban reivindicaciones sociales en la Sierra Sur de Sevilla, muy respetados por los jornaleros, fue una señal de 'independencia'.

En agosto de 1976 se celebró en Antequera (Málaga) una asamblea de jornaleros de Andalucía, con representantes de 80 pueblos. Y se convocó para diciembre, en Sevilla, la primera conferencia del SOC. Entre medias, los encierros de noviembre demuestran la implantación regional del nuevo sindicato. 'Aceleramos su constitución, aún cuando no era legal, para que echara andar antes de que otros grandes sindicatos ocuparan el espacio', explica Gonzalo Sánchez. En septiembre de 1977, el I Congreso del SOC elige presidente a Sánchez y secretario general a Casero.

A la dirección del SOC también se incorpora con apenas 18 años Pepi Conde, hoy concejal de IU. 'Empecé a trabajar en el campo con 11 años, entonces la mujer cobraba siempre menos que el hombre y ni tan siquiera tenía la cartilla agraria'. Conde fue una de las primeras dirigentes en el sindicalismo agrario. 'Era duro, muchas reuniones tenían que hacerse en tabernas, los hombres no querían que yo fuera a explicarles cosas y algunas mujeres me decían de todo por la calle, pero siempre tuve el apoyo de los compañeros'.

En la segunda mitad de los años setenta y principios de los ochenta, los jornaleros del SOC protagonizaron multitud de huelgas de hambre, ocupaciones simbólicas de fincas -'No hubo grandes desgracias porque sabíamos que mandos de la Guardia Civil eran demócratas y allí nos dejaban hacer más', apunta Sánchez-, marchas y encierros en los sitios más diversos: la Catedral de Sevilla, la sede de la OIT en Ginebra, la Iglesia de Santo Tomás junto al Palacio de La Moncloa. Se hicieron con el poder en varios ayuntamientos -Diego Cañamero, actual secretario regional del SOC, es alcalde de El Coronil y Juan Manuel Sánchez Gordillo mantiene su hegemonía en Marinaleda-. Y consiguieron arrancar algunas fincas para los jornaleros. 'Entonces el dinero no era imprescindible para hacer las cosas', dice Casero, quien recuerda su primera de sus numerosas huelgas de hambre (en Marchena, en apoyo a las mujeres que trabajaban en una cooperativa en 1978) como 'un acto de intuición'.

La capacidad del SOC, un sindicato eminentemente andaluz, para atraer la atención de la opinión pública arrastró a otras organizaciones sindicales y sembró el campo de conflictos laborales. Una presión que aflojó en la primera mitad de los ochenta con la creación del subsidio agrario (que garantizó una renta mínima a los trabajadores) y la aprobación de una Ley andaluza de Reforma Agraria (apenas aplicada). 'El subsidio es una limosna pero desmovilizó conciencias', apunta Casero. Los antiguos dirigentes achacan a estas 'medidas reformistas' y a la innegable modernización del campo el declive del sindicato.

'Si quiere seguir teniendo sentido, el SOC tiene que entender que los trabajadores andaluces se están convirtiendo en especialistas y que los sueldos de miseria son de los inmigrantes', mantiene Sánchez, quien apuesta por dar entrada a estos últimos en la dirección del sindicato. 'De la humillación siempre salen rebeldes'.

Imagen de una ocupación realizada por jornaleros del SOC en la finca Navacerrada, en Martín de la Jara (Sevilla), en septiembre de 1983.PABLO JULIÁ

'Carmen' en Marinaleda

El Sindicato de Obreros del Campo ha elegido Marinaleda (Sevilla), localidad emblemática en el movimiento jornalero, para celebrar los actos de conmemoración de sus 25 años de existencia. A las 17.00, el alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo dará comienzo al acto público, en el que también habrá intervenciones del defensor del pueblo andaluz, José Chamizo y del dramaturgo Salvador Távora. Tras las participacones de Gabriel Ataya, dirigente del SOC en Almería y Diego Cañamero, secretario regional, tendrá lugar la actuación del cantaor flamenco El Cabrero y la proyección de un video sobre la historia del sindicato. Los actos se cerrarán con la representación de la obra Carmen de Távora y un concierto del grupo SKA-P.

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