España busca fórmulas de soberanía compartida para hablar de Gibraltar

'Sería grave no lograr avances', dice Piqué

El Gobierno español estudia proyectos concretos de cooperación con Gibraltar que impliquen repartos de competencias susceptibles de implantar progresivamente un régimen de cosoberanía práctica sobre el Peñón. La fórmula no es nueva. Fue desarrollada hace dos décadas, precisamente con el acuerdo de 1984 por el que España levantaba todas las restricciones al tráfico aéreo a cambio de la apertura de un aeropuerto de uso conjunto que hubiera implicado la presencia de policía española y británica sobre suelo del istmo, que aloja la pista de aterrizaje.

El acuerdo fracasó porque los gibraltar...

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El Gobierno español estudia proyectos concretos de cooperación con Gibraltar que impliquen repartos de competencias susceptibles de implantar progresivamente un régimen de cosoberanía práctica sobre el Peñón. La fórmula no es nueva. Fue desarrollada hace dos décadas, precisamente con el acuerdo de 1984 por el que España levantaba todas las restricciones al tráfico aéreo a cambio de la apertura de un aeropuerto de uso conjunto que hubiera implicado la presencia de policía española y británica sobre suelo del istmo, que aloja la pista de aterrizaje.

El acuerdo fracasó porque los gibraltareños lo rechazaron en 1987, debido a sus implicaciones sobre la soberanía, pero sigue siendo una prioridad para las dos partes; en el caso de España porque toda la zona de La Línea depende de los aeropuertos distantes de Cádiz o Málaga. Y como, por otra parte, en torno a Gibraltar se ha intentado ya casi todo para desbloquear la pugna irresoluble que crea el respeto británico simultáneo a los derechos de España, que reivindica la soberanía, y a la voluntad de los gribraltareños, que aspiran a la autodeterminación, no sería extraño que el aeropuerto vuelva a ser una de las primeras ideas que Madrid ponga sobre la mesa a fin de relanzar el Proceso de Bruselas ahora que Londres se ha dado un plazo de 15 meses para 'normalizar' el contencioso.

El ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, en un desayuno organizado por el Club Internacional de Prensa, recordó ayer que España no puede aceptar el derecho de autodeterminación de los gibraltareños ni renunciar a 'la reivindicación plena de la soberanía'. Nada impide, sin embargo, eludir que el problema jurídico esté desde el primer momento sobre la mesa si entretanto se puede avanzar con medidas prácticas. La generosa propuesta de arreglo que Abel Matutes hizo en 1998 fue rechazada por los gibraltareños precisamente porque incluía el compromiso de que el Peñón volviera a ser plenamente español tras 50 años de soberanía compartida.

El desarrollo concreto de las negociaciones y el modo en que el Gobierno español gradúe sus objetivos dependerá finalmente del tono de las conversaciones y de la presión que los británicos ejerzan sosbre los gibraltareños para que adecuen sus instituciones comerciales y financieras a la normativa comunitaria y faciliten un arreglo global del contencioso.

Las primeras voces que se alzaron ayer en Gibraltar fueron de airada protesta por las declaraciones de Peter Hain publicadas la víspera en las que el ministro británico para Europa pedía a los llanitos que 'no se agarren al pasado'. Pero el ministro principal, Peter Caruana, única autoridad local efectiva, guardaba silencio.

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