CARTAS AL DIRECTOR

La sonrisa y alegría del Sáhara

He tenido la suerte de conocer y convivir durante dos meses con un niño saharaui (de nombre Alí), vivaz, cariñoso, pero muy travieso, y con una simpatía que desarbolaba a quien le tratara.Sus grandes ojos observaban y asimilaban con facilidad todo lo que ocurría a su alrededor (edificios, máquinas, objetos, etcétera) que no había conocido nunca, sintiendo una gran atracción por los automóviles y mecanismos automáticos.

Se ha marchado a su ¿país? campamento de refugiados, dejando una huella imborrable por mucho tiempo en la familia y en los cientos de amigos que ha conocido.

Nos h...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

He tenido la suerte de conocer y convivir durante dos meses con un niño saharaui (de nombre Alí), vivaz, cariñoso, pero muy travieso, y con una simpatía que desarbolaba a quien le tratara.Sus grandes ojos observaban y asimilaban con facilidad todo lo que ocurría a su alrededor (edificios, máquinas, objetos, etcétera) que no había conocido nunca, sintiendo una gran atracción por los automóviles y mecanismos automáticos.

Se ha marchado a su ¿país? campamento de refugiados, dejando una huella imborrable por mucho tiempo en la familia y en los cientos de amigos que ha conocido.

Nos ha enseñado a conocer la realidad en la que vive el pueblo saharaui, pero sobre todo hemos aprendido de él uno de sus más grandes sentimientos: el compartir lo que tenía entre todos. ¡Es imposible olvidarlo!

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A través de estas letras, quisiera expresar a todas las familias que han acogido a niños de éste y de otros países, su gran labor humanitaria, pues la 'sonrisa y alegría de estos niños' merece la pena vivirla.

Archivado En