OPINIÓN DEL LECTOR

Siempre duele que cierren tu casa

Esta carta es una simple despedida al colegio mayor universitario La Salle de Madrid. Cierra, y no por vacaciones, sino para siempre. Este centro no ha podido soportar los nuevos tiempos de la modernidad universitaria.

La escasez de estudiantes, la mayor oferta universitaria fuera de la capital, su más que atractiva ubicación (en la zona residencial de Aravaca y apenas a un kilómetro del palacio de la Zarzuela) y unos gestores interesados más en su 'geografía' que en su 'historia' o en su 'sociología' han causado que cierre ahora una puerta que estaba abierta desde 1961.

En la dé...

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Esta carta es una simple despedida al colegio mayor universitario La Salle de Madrid. Cierra, y no por vacaciones, sino para siempre. Este centro no ha podido soportar los nuevos tiempos de la modernidad universitaria.

La escasez de estudiantes, la mayor oferta universitaria fuera de la capital, su más que atractiva ubicación (en la zona residencial de Aravaca y apenas a un kilómetro del palacio de la Zarzuela) y unos gestores interesados más en su 'geografía' que en su 'historia' o en su 'sociología' han causado que cierre ahora una puerta que estaba abierta desde 1961.

En la década de los noventa, el mayor se había reencontrado con su estilo. Entre todos hacíamos un colegio orgulloso de su historia y confiado en un futuro prometedor.

Algo ilusionante para los que en esos momentos vivíamos ahí, para los que aprendimos a ver nuestro paso por ahí como un privilegio social, más allá de la buena vida inherente a todo colegio mayor que se precie.

Contamos incluso con el inmenso privilegio de ver, en 1996, al príncipe Felipe aceptando el padrinazgo de la 35ª promoción de colegiales y siendo a su vez nombrado colegial de honor.

Una extraña sensación nos acompaña ahora al ver cómo en cinco años pasamos del Príncipe a hablar del cierre.

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No es mi intención en esta carta pensar en los anteriores gestores, quienes, con su falta de luz, buscaron nuevos proyectos, nuevas empresas más acordes con el siglo XXI.

Tampoco quiero ver en este cierre raros apaños urbanísticos en uno de los suelos más polémicos y caros de Madrid. Supongo que nada de eso será real, sin duda. Sí quiero, en cambio, aprovechar estas líneas, carentes de política internacional o de fichajes deportivos, para abrazar y agradecer a los miles de amigos que se siguen acordando de ese tiempo vivido.

La asociación de antiguos colegiales del mayor La Salle tiene ante sí un enorme trabajo con vistas a unir a tantas generaciones de colegiales y a seguir recordando esa sensación llamada 'el colegio'. Entre todos los que sentimos esto, lucharemos por recordar un centro vivo, lleno de acción y de buena gente. A todos ellos les recuerdo que Galatea es mi barco mejor.

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