Columna

De Zapatero a Martínez

Sólo unas horas más tarde del debate sobre el estado de la nación, comenzó en el Parlamento andaluz el debate sobre el estado de la comunidad. Aunque se examinaba Aznar, su condición de debutante hizo protagonista a Zapatero. En el debate andaluz también debutaba la presidenta del PP, Teófila Martínez. Zapatero exhibió un estilo nuevo. Proclamó que en la Constitución están los valores que conforman su visión de la sociedad, habló de la necesidad de que los jóvenes se ilusionen con la política, para lo que tienen que poder mirar al Parlamento y ver a políticos que les den esperanza y se comprom...

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Sólo unas horas más tarde del debate sobre el estado de la nación, comenzó en el Parlamento andaluz el debate sobre el estado de la comunidad. Aunque se examinaba Aznar, su condición de debutante hizo protagonista a Zapatero. En el debate andaluz también debutaba la presidenta del PP, Teófila Martínez. Zapatero exhibió un estilo nuevo. Proclamó que en la Constitución están los valores que conforman su visión de la sociedad, habló de la necesidad de que los jóvenes se ilusionen con la política, para lo que tienen que poder mirar al Parlamento y ver a políticos que les den esperanza y se comprometió a llevar a la vida política diálogo y tolerancia. Puesto a dejar dicho quién es, dejó expresado su laicismo, y ya era hora de oír semejante cosa en una tribuna política de este país, en el que todavía la izquierda, condicionada por el peso de lo religioso en la sociedad, tiene temor de decir esas cosas. Luego le dijo al presidente que no temiera, que él no iba a desestabilizar las instituciones para desalojarle del Gobierno, y después habló de cultura, apostó por la cultura 'como cimiento fundamental del Estado democrático'. Era todo tan raro que todavía muchos siguen pensando que le faltó fondo a las buenas formas de Zapatero. El tiempo dirá, pero tengo la impresión de que el discurso del líder socialista, que llevaba una defensa apasionada de lo público al servicio del bienestar de los ciudadanos, crece con los días.

Teófila Martínez llegó al debate de la comunidad, cargada de pólvora la disparó toda, acusó, y hasta insultó, ya puesta, llamando ¡fascista! al presidente Chaves. Es lo malo de utilizar las palabras sin atenerse a su estricto significado, que se puede llegar al delirio. Tembló el Parlamento con sus denuncias de corrupción a gritos y poco más. En las filas del PSOE andaluz respiraban tranquilidad después del debate. Martínez se lo había puesto fácil, había perdido estrepitosamente. Entre los populares había desolación, aunque no lo dirán en público, de momento. Pero como en el PSOE van sabiendo, en el PP se tendrán que convencer también de que los tiempos que vienen los van a marcar más políticos al estilo de Zapatero que al estilo de Martínez. Ella, si todavía le dan tiempo, debería reflexionar.

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