CAMBIOS EN EL PRIMER BANCO ESPAÑOL

El pacto de San Juan

Seguramente, si el BSCH busca algún patrono, San Juan tendrá muchas opciones. Primero fue la reunión, el fin de semana del 16 y 17 de junio, en la ciudad de San Juan, capital de Puerto Rico, entre Emilio Botín y Ángel Corcóstegui para abordar por primera vez en serio la crisis de poder que azota al banco desde hace meses. Se dio allí un primer impulso a la unificación de las marcas que permitirá culminar la fusión. Siete días después, con la festividad de San Juan por medio y ya con la presencia de José María Amusátegui y Matías Rodríguez Inciarte, alcanzaron un pacto que quedó prácticamente c...

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Seguramente, si el BSCH busca algún patrono, San Juan tendrá muchas opciones. Primero fue la reunión, el fin de semana del 16 y 17 de junio, en la ciudad de San Juan, capital de Puerto Rico, entre Emilio Botín y Ángel Corcóstegui para abordar por primera vez en serio la crisis de poder que azota al banco desde hace meses. Se dio allí un primer impulso a la unificación de las marcas que permitirá culminar la fusión. Siete días después, con la festividad de San Juan por medio y ya con la presencia de José María Amusátegui y Matías Rodríguez Inciarte, alcanzaron un pacto que quedó prácticamente cerrado a la espera de sellarlo en sede bancaria.

Y, ciertamente, el lunes la sede madrileña del BSCH en la plaza de Canalejas hervía. Era un auténtico frenesí. Llamadas, reuniones, interferencias, más reuniones..., hasta entrada la madrugada. Entonces, tras atar los cabos precisos, se convocó un consejo de administración extraordinario para el martes a las 10 horas.

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El banco da la máxima importancia a este paso. Lo considera el punto final a un largo periodo de incertidumbre que amenazaba con alargarse hasta marzo de 2002, cuando, cumpliendo con los pactos de fusión, está prevista la marcha de Amusátegui de la copresidencia. El banco no podía esperar tanto tiempo, como era el deseo de Botín en un intento de no generar más crisis adelantando acontecimientos. Pero la presión ha podido más. La situación había originado mucha desconfianza en el mercado y en el propio seno de la entidad, que se resentía cada vez más y veía como su gran rival, el BBVA, le comía terreno en todos los frentes. Y encima no lograba reducir costes, la gran obsesión del banquero cántabro.

Esas incertidumbres, magnificadas en muchos casos por las diferencias internas entre directivos y directores, abrían muchas incógnitas sobre la conveniencia de una multimarca (sirvió de palanca comercial en los primeros pasos de la fusión) y sobre el futuro de Corcóstegui. También provocaban muchas críticas sobre la inexistencia de un programa de objetivos como fue el Uno y desvelaban la falta de una estrategia definida.

Ahora parece, al menos formalmente, que el Pacto de San Juan desactiva la crisis con la integración de las marcas y la reorganización de la cúpula y proyecta un esquema de funcionamiento (el Programa Dos). El futuro va a depender en gran medida del entendimiento del tándem formado entre Botín y Corcóstegui, sobre todo cuando el primero quede como presidente único y el segundo, que sale reforzado, reciba plenos poderes de su cargo de consejero delegado. Hasta entonces, Amusátegui jugará un papel primordial como catalizador de este nuevo periodo.

De momento, el banco ha resuelto el problema de la marca, que bautizó el mismo día de San Juan (Bautista, claro) con el nombre de BSCH.

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