Reportaje:

El Barça cierra un año nefasto

El Barça despidió de mala manera la peor temporada que se le recuerda. Empató contra el Celta, que el próximo sábado jugará en Sevilla la final de la Copa ante el Zaragoza, y quedó apeado del último título al que podía aspirar después de haber ido dejándose por el camino todos y cada uno de los que pretendió: la Liga de Campeones, la Copa de la UEFA, la Liga, en la que acabó cuarto, y hasta la Copa Cataluña. La carrera de decepciones en el Camp Nou ha sido imparable desde la pérdida en la pretemporada de un jugador del ascendiente de Figo hasta la impotencia de ofrecer un resultado acorde con ...

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El Barça despidió de mala manera la peor temporada que se le recuerda. Empató contra el Celta, que el próximo sábado jugará en Sevilla la final de la Copa ante el Zaragoza, y quedó apeado del último título al que podía aspirar después de haber ido dejándose por el camino todos y cada uno de los que pretendió: la Liga de Campeones, la Copa de la UEFA, la Liga, en la que acabó cuarto, y hasta la Copa Cataluña. La carrera de decepciones en el Camp Nou ha sido imparable desde la pérdida en la pretemporada de un jugador del ascendiente de Figo hasta la impotencia de ofrecer un resultado acorde con la despedida, ayer, de un buque insignia del club como Guardiola, el capitán azulgrana que después de 17 años en la casa anunció hace ya dos meses su marcha a un equipo extranjero.

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Las convulsiones han sido mayúsculas en un equipo que pasó del hartazgo por la mano de hierro que impuso Louis Van Gaal en sus tres años como entrenador al desbarajuste y el libertinaje en el que se ha desenvuelto a lo largo de todo el campeonato. Se ha pasado de un extremo al otro, en un feo síntoma de épocas anteriores que parecían haberse superado tras los años de fulgor del dream team de Johan Cruyff. Pero este año el Barça ha acabado recurriendo a antiguos secundarios — Joan Gaspart en una presidencia cobijada por 85 directivos y Carles Rexach como solución de urgencia en el banquillo tras la mala experiencia vivida en él por Serra Ferrer— y ahora se queda sin su capitán, ayer aupado por sus compañeros y, pese al mar de fondo por el balance del equipo, aplaudido por el público y anda metido en un lío monumental a cuenta de una planificación para la próxima temporada a la que cada día le sale un fichaje nuevo que al día siguiente se desvanece.

Fue éste el penúltimo capítulo de una temporada que ha dejado ráfagas de alegría —las últimas en aparecer han bendecido Zaragoza y Vigo, pero también Tarragona, El Ejido, Burgos y Jerez, ciudades que podrán disfrutar de sus equipos la próxima campaña en Segunda División—, detrás también de los puñetazos de frustación que la competición reparte cada año. El curso se marcha con un poso especial de tristeza. Lo marcan las despedidas de futbolistas con un calado enorme, lista que encabeza, junto a Guardiola, Manuel Sanchis, el último exponente de una generación de futbolistas irrepetible que llenó de alegría y fútbol el Bernabéu.

Todo eso deja de pérdida la temporada que ahora concluye. A la Liga, eso sí, le queda Raúl, cuya hegemonía sobre el fútbol español no tiene precedentes. Los entrenadores le volvieron a coronar mayoritariamente como el mejor jugador en la XII edición de la encuesta anual sobre el fútbol que EL PAÍS realiza por los banquillos de la Primera División. Es el quinto cetro de Raúl en esa clasificación simbólica, el tercero consecutivo. Y con una edad, cumple 24 años el jueves, que no descarta más laureles.

Guardiola, levantado a hombros por sus compañeros, saluda al público del Camp Nou.CÉSAR RANGEL

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