Columna

Está que arde

Durante toda esta noche, las 176 fogueres de Sant Joan volarán por los cielos de Alicante, como un enjambre de mariposas incandescentes, dejando un rastro de pavesas y recuerdos. En un gesto sin precedentes, el alcalde de la ciudad ha predicado, con el ejemplo, la purificación ígnea y se ha inmolado a lo bonzo: el auto del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valencia que suspende cautelarmente el polémico proyecto del Palacio de Congresos en el monte Benacantil, ha sido el barril de crudo, que le ha otorgado el diploma de socarrat. Aunque recurra en súplica, ya nunca se...

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Durante toda esta noche, las 176 fogueres de Sant Joan volarán por los cielos de Alicante, como un enjambre de mariposas incandescentes, dejando un rastro de pavesas y recuerdos. En un gesto sin precedentes, el alcalde de la ciudad ha predicado, con el ejemplo, la purificación ígnea y se ha inmolado a lo bonzo: el auto del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valencia que suspende cautelarmente el polémico proyecto del Palacio de Congresos en el monte Benacantil, ha sido el barril de crudo, que le ha otorgado el diploma de socarrat. Aunque recurra en súplica, ya nunca será lo mismo: su barco de papel hace aguas. Luis Díaz Alperi aún puede redimirse si renuncia a sus pompas y obsesiones, y busca otro de los varios emplazamientos de que dispone la ciudad para el Palacio de Congresos, sin necesidad de atentar contra el patrimonio histórico y natural de todos los alicantinos.

Pero el verano ha entrado a fuego y le ha puesto cerco a Terra Mítica: sus partes fluidas se mueven en los límites de la temperatura crítica y van, desconcertadas, de lo líquido a lo gaseoso, de lo público a lo privado, sin saber muy bien cuándo terminarán estos calores y la refriega que les han montado. Por lo pronto, la Paramount Parks le ha puesto su divisa y ha tomado el mando: en adelante, la corporación estadounidense dará las órdenes, asumirá la organización, impondrá el calendario y se embolsará una pasta. La Generalitat que pretendía liquidar toda su participación en el accionariado, la reducirá a la mitad o a menos, a petición del respetable, según anunció el presidente Zaplana. El respetable es, por ahora, Bancaixa y la Caja de Ahorros del Mediterráneo, que bajo presuntas promesas y presiones, invirtieron en Terra Mítica, como quien presuntamente paga algo así como un impuesto autoritario. Pero el endeudamiento se ha disparado -4.500 millones de pérdida, el año pasado- y las expectativas no se compadecen con la realidad. Vamos a ver si el próximo día 28, la junta de accionistas le da el visto bueno a la oferta de la Paramount y se cierra la operación. Eso en el supuesto de que la Paramount no ahueque el ala o pida tiempo muerto, hasta que la Comisión Europea de la Competencia concluya sus investigaciones.

La Comisión tiene dónde y mucho que rascar. Por lo pronto, en el expediente abierto en Bruselas, se duda de la legalidad de la financiación de los accesos al parque de ocio, y de algunos cuantiosos préstamos gestionados por la empresa pública Sociedad Parque Temático de Alicante y por la Agència Valenciana de Turisme, entre otras aparentes irregularidades denunciadas por la Federación Europea de Parque Temáticos, y cuyas actuaciones financieras podrían vulnerar las directrices sobre la libre competencia, que ampara el Tratado de la Unión.

Zaplana, con ese encanto tan suyo, tan peculiar, y que tiene la virtud de encandilar a su parroquia como un beato en trance de levitación, casi se felicitó por la apertura del expediente a Terra Mítica: Su resolución inmediata pondrá las cosas en su lugar. Luego, se refirió al anonimato de las denuncias, aunque advirtió que 'no es especialmente complicado saber quién está detrás'. Delante están la oposición y el comisario europeo Mario Monti. El socialista Joaquim Puig no pasa por que el Gobierno valenciano se encuentre bajo sospecha y considera que Terra Mítica 'en un momento determinado parece pública y en otro absolutamente privada'. Mientras Joan Ribó, portavoz de EU, se pronunciaba por la gestión privada del parque, sin los caudales que le llegan del Consell. Lo peor llegará cuando Mario Monti, después de hacerse el Misterio de Keops, El Laberinto del Minotauro y los demás recorridos, se plante solo frente a la Caja de Pandora. Si la abre, ya saben: se derramarán sobre nuestras cabezas todos los maleficios. Aunque puede que también algún sustancioso beneficio para quién sabe quiénes. Aunque, como sentenció Zaplana, tampoco es complicado saberlo.

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