El recalentamiento en el Mediterráneo reduce lluvias y provoca más temporales

El CEAM halla indicios de que los gases de efecto invernadero ha provocado una significativa disminución de las tormentas de verano

El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) ha hallado indicios de que el aumento de los gases de efecto invernadero que causan el recalentamiento del planeta ha provocado una sustancial disminución en las tormentas de verano en el ámbito del Mediterráneo occidental, así como un aumento de los temporales. Millán Millán, director del prestigioso centro, ha reunido datos que avalan esta hipótesis y, como experto del panel de Química Atmosférica de la Unión Europea, solicitará que se abra una línea de investigación financiada por el VI Programa Marco de la Comisión.

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El Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) ha hallado indicios de que el aumento de los gases de efecto invernadero que causan el recalentamiento del planeta ha provocado una sustancial disminución en las tormentas de verano en el ámbito del Mediterráneo occidental, así como un aumento de los temporales. Millán Millán, director del prestigioso centro, ha reunido datos que avalan esta hipótesis y, como experto del panel de Química Atmosférica de la Unión Europea, solicitará que se abra una línea de investigación financiada por el VI Programa Marco de la Comisión.

'Tenemos ahora evidencias de que a nivel científico puede existir una perturbación del régimen de las tormentas de verano causado por el aumento de la contaminación atmosférica en la cuenca del Mediterráneo occidental', explica Millán con el lenguaje cauto que usan los científicos a la hora de hablar de hipótesis y teorías por contrastar. Según el director del prestigioso centro, los contaminantes fotoquímicos, como el ozono troposférico y los óxidos de nitrógeno, contribuyen al recalentamiento local de la atmósfera en amplias zonas del Mediterráneo.

Y en concreto, señala al ozono como un gran agente con efecto invernadero, ya que tiene un efecto 200 veces más potente que el CO2, el principal gas, por volumen emitido a la atmósfera, de los que contribuyen al recalentamiento de la atmósfera. Así, explica que si a principios del siglo XX el aire contenía 275 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono, ahora hay 300 ppm. Y las altas concentraciones de ozono existentes suponen un efecto añadido equivalente a otros 20 ppm de CO2.

Tormentas que no cuajan

El efecto de este aumento de las temperaturas, el que ahora se pretende contrastar con el diseño de nuevos experimentos y el aumento de las investigaciones sobre el tema, es una notable disminución, más en volumen de agua caída que en número de episodios, de las tormentas de verano, las relativamente frecuentes lluvias veraniegas que refrescaban el ambiente en el litoral mediterráneo. Un fenómeno que se detecta más grave en las comarcas del interior y en el norte de Castellón.

Antes, el aire caliente que arrastra la humedad del mar hacia las comarcas del interior condensaba el vapor a medida que tenía que superar la barrera montañosa del litoral a partir de cierta altitud, por ejemplo, 1.500 metros. Pero ahora, con un aire más caliente pero la misma humedad, necesitaría ascender más para romper a llover. 'Vemos cómo se forma la tormenta pero no llega a cuajar', explica Millán.

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'La frecuencia de las tormentas de verano está disminuyendo', resume el experto. Un fenómeno que ha sido constatado en otros puntos del Mediterráneo occidental, como Córcega o Cerdeña, donde los expertos han imitado a los científicos del CEAM y han estudiado en detalle las precipitaciones convectivas (como se conoce a estos peculiares episodios tormentosos) desde 1959. Y han llegado a la misma conclusión, el fenómeno es común en esta parte de la cuenca mediterránea.

Los gases de efecto invernadero tienen otra consecuencia quizá más grave, dado el peligro que acarrea parar la población y la economía: el aumento de las lluvias torrenciales. Como la falta de tormentas de verano impide consumir gradualmente el 'calor escondido' en el Mediterráneo, es decir, impide enfriar paulatinamente el mar recalentado durante el verano, 'hay una carga explosiva de calor latente tremenda'. Ese calor, que representa la gasolina de las tormentas y no se ha gastado de forma más pacífica, dará pie a las lluvias torrenciales.

Aumento en primavera

Y según explica Millán Millán, están aumentando especialmente en la primavera. El fruto del trabajo del CEAM en los últimos 10 años sobre este tipo de trombas está a punto de ser publicado en la revista del ramo más prestigiosa del mundo, Journal of Applied Meteorology, editada por la American Meteorological Society.

Millán, miembro del grupo de expertos que integran el Panel de Química Atmosférica, tiene intención de proponer que dentro del 6º Programa Marco de la Unión Europea se contemple una nueva línea de investigación para contrastar los datos que apuntan a un cambio del régimen de las lluvias en el área mediterránea a consecuencia de los gases de efecto invernadero.

El problema, según el experto, es que si bien hay suficientes registros históricos sobre las precipitaciones, los científicos carecen de perfiles adecuados de temperaturas así como de concentraciones de CO2 y ozono que contengan datos que se remonten a hace más de 30 años. Por eso habrá que diseñar experimentos específicos que sirvan para contrastar la teoría que ahora se deduce de las observaciones recogidas.

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