Reportaje:

La taberna, especie protegida

Una sociedad de El Puerto de Santa María defiende la supervivencia de las tascas por su valor cultural

Son activistas y conservacionistas, pero no del medio ambiente, sino de los santuarios del vino y de las tradiciones. Se definen como una voz de la conciencia que advierte a la sociedad sobre el grave riesgo al que se enfrenta con la pérdida de las tascas.

'Si te gustan las tabernas de viejo, esos lugares que no han visto la luz del sol desde hace ya varios años, las tascas típicas con carteles de toros y alineaciones de fútbol de los años cuarenta...' así se presenta la pagina web de una sociedad de amigos de las tascas nacida en El Puerto de Santa María (Cádiz) que se ha propue...

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Son activistas y conservacionistas, pero no del medio ambiente, sino de los santuarios del vino y de las tradiciones. Se definen como una voz de la conciencia que advierte a la sociedad sobre el grave riesgo al que se enfrenta con la pérdida de las tascas.

'Si te gustan las tabernas de viejo, esos lugares que no han visto la luz del sol desde hace ya varios años, las tascas típicas con carteles de toros y alineaciones de fútbol de los años cuarenta...' así se presenta la pagina web de una sociedad de amigos de las tascas nacida en El Puerto de Santa María (Cádiz) que se ha propuesto como fin social la defensa de las tabernas, centros de 'valor cultural', dicen, que se encuentran en vías de desaparición sin que nadie parezca preocuparse.

Juan José Nicasio y Juan Antonio Verdugo son dos químicos de 25 años, en 'búsqueda activa de empleo' que desde el pasado mes de abril han iniciado una cruzada a favor de los viejos garitos en lo que el tiempo se ha detenido y que aún conservan los valores de antaño. 'Encierran tanta cultura que nos pareció necesario que alguien hiciera alegatos en su favor', dice Nicasio.

Todavía, según explican, sobreviven algunos locales en el marco de la bahía de Cádiz. Sanlúcar de Barrameda, El Puerto y Cádiz son 'el paraíso de las tascas', pero la clientela, por razones de edad, causa baja a marchas forzadas, de manera que el cierre de los establecimientos se está acelerando de manera irreversible.

'No disponíamos de ningún cauce para el desarrollo de nuestra campaña, así que decidimos colgar una página en Internet y practicar con el ejemplo'. http://geocities.com/latabernadeyou ha recibido 200 vistas de incondicionales y en ella, además de repasar historias y anécdotas de las tascas andaluzas, se han previsto enlaces a páginas con listados de vinos y tapas ( nunca a más de 150 pesetas) que son la esencia de los locales.

Las normas para que un local sea considerado una auténtica tasca son estrictas: 'Los desayunos, ricos en grasa y en manteca colorá; las tajás, de manzanilla, las colecciones, de servilleteros'. Además, la tasca debe contar con paredes repletas de carteles antiguos, un ambiente oscuro y fresco y bancos y mesas de madera 'como los que se hacían antes'. Otro elemento a tener en cuenta es el de la música ambiente, que debe estar vinculada a la canción española o, en su defecto, al transistor que narra los partidos del domingo.

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Para los que se decidan a participar del rito, la satisfacción está garantizada. Dicen los promotores de la sociedad que 'el vino en barrica no tiene punto de comparación con el consumido en botella' y que, tras un rato de estancia y consumo, los clientes podrán disfrutar de la 'experiencia única' que ofrecen estos lugares 'a caballo entre la tradición y el misticismo'. En un segundo plano se establece, no como obligación, pero si como 'muy aconsejable', acudir a las tascas 'no individualmente sino en buena compañía'.

Los iniciados en esta materia conocen y cuentan hechos que no figuran en las páginas escritas de la historia. Juan Antonio Verdugo explica que, según se dice en las tascas, el origen de la denominación de 'tapas' para los comestibles (nunca guisos) que acompañan al vino procede de la antigua costumbre de cubrir el vaso de vino con una loncha de queso para evitar que las caliches del techo o las moscas cayesen dentro del recipiente.

Juan Antonio Verdugo (izquierda) y Juan José Nicasio, en una tasca de El Puerto de Santa María.JARO MUÑOZ

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