'Los violentos son los únicos culpables, pero no los únicos responsables'

Rafael Iturriaga (Bilbao, 1958) preside el principal órgano auditor vasco desde 1998.

Pregunta.
¿Cuadran los gastos de los partidos?

Respuesta.
Sólo fiscalizamos las cuentas de las campañas electorales que nos corresponden. Si nos fijamos en lo que son las campañas, las cuentas sí cuadran, pero entre otras razones porque la ley es muy formalista y nos está hablando de los gastos en el periodo estricto de campaña. Esto es, lo que los partidos nos quieran decir que gastan en periodo electoral. Basta con diferir o adelantar gastos fuera de este periodo para que queden ...

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Rafael Iturriaga (Bilbao, 1958) preside el principal órgano auditor vasco desde 1998.

Pregunta. ¿Cuadran los gastos de los partidos?

Respuesta. Sólo fiscalizamos las cuentas de las campañas electorales que nos corresponden. Si nos fijamos en lo que son las campañas, las cuentas sí cuadran, pero entre otras razones porque la ley es muy formalista y nos está hablando de los gastos en el periodo estricto de campaña. Esto es, lo que los partidos nos quieran decir que gastan en periodo electoral. Basta con diferir o adelantar gastos fuera de este periodo para que queden al margen de la fiscalización. Lo que es la fiscalización de la campaña cuadra y está bien hecho.

P. ¿Quién gestiona mejor: las administraciones, los nacionalistas o los no nacionalistas?

R. Es una pregunta de imposible respuesta. En general, toda la Administración pública vasca puede destacar por una gestión administrativa y contable bastante profesionalizada y bastante buena. Y, sin embargo, toda la Administración vasca, también lo he dicho muchas veces, adolece de un mismo defecto: no establece una relación entre los objetivos de lo que quiere hacer políticamente y los medios que pone a su disposición.

P. Dijo una vez que el debate en el Parlamento vasco carecía de tono vital. ¿Cree que mejorará tras el 13-M?

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R. Esperemos que así sea. Con que tengamos un Gobierno, el que fuere, que presente sus presupuestos y éstos se debatan en el Parlamento habremos dado un salto cualitativo.

P. ¿Qué actitud percibe en los ciudadanos ante los comicios?

R. Se está percibiendo un incremento de la tensión política, que no debe confundirse con la crispación. No es malo que cuando se dilucidan cuestiones capitales de la convivencia política, como se están ventilando en esta campaña, aumente la tensión política. La consecuencia primera es el aumento de la participación electoral, lo cual es muy positivo. En ese sentido, veo con esperanza el incremento de la tensión política, que no debe confundirse con una crispación que no acabo de ver por ninguna parte. Ni mucho menos hay el mínimo atisbo de conflictos civiles o de violencia ciudadana y fractura social.

P. ¿Serían distintas las relaciones del tribunal que preside con un Ejecutivo no nacionalista?

R. Muy poco, porque las relaciones con el Gobierno han sido buenas en todo momento. Con que sigan siendo así de buenas en el futuro...

P. ¿Qué espera del 13-M?

R. Más allá de lo que pueda esperar como ciudadano, hay algo que me parece muy importante. Euskadi ha vivido unos años de un crecimiento económico importante con unos incrementos notables de los ingresos públicos. Este crecimiento permite dos cosas: liberarnos del peso de la deuda y poner en marcha políticas públicas importantes, inversiones importantes. Lamentablemente, esto no ha sido así en la medida en que podía haber sido. ¿Yo qué espero? Que surja de las urnas un Parlamento que permita la constitución de un Gobierno estable y que éste tenga el liderazgo necesario para desarrollar estas políticas. Y, naturalmente, lo que podemos estar esperando todos los vascos: una sensación de dignidad pública, de aumento de libertades y de paz. Pero estrictamente desde el punto de vista del control público, que es lo que me corresponde, lo que quisiera es ver un Gobierno que hace presupuestos y desarrolla políticas.

P. ¿Cree que el último atentado de ETA puede influir en los resultados electorales?

R. La violencia terrorista no puede interpretarse como una maldición natural, independiente de un discurso político al que, se quiera admitir o no, sirve y del cual se alimenta. El nacionalismo debe reflexionar, por responsabilidad cívica, sobre la dramática situación que vive el pueblo vasco, con independencia de que sólo los violentos sean culpables de sus actos. Son los únicos culpables, sí, pero no los únicos responsables.

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