Editorial:

Jatamí no se rinde

El jefe del Estado de Irán, Mohamed Jatamí, sabe administrar sus silencios y es muy consciente de los peligros que corren sus intentos de liberalizar el régimen islámico y su propia vida política. Son muchos los reveses que ha sufrido desde que arrasó en las pasadas elecciones presidenciales al candidato del integrismo y representante del máximo poder real, el ayatolá Jamenei. Los ha sobrevivido y ahora ha anunciado que se presenta a las nuevas elecciones el próximo 8 de junio.

Jatamí no se rinde. El apoyo de que goza hoy el presidente es abrumador. Un 79% de los votantes quiere que se ...

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El jefe del Estado de Irán, Mohamed Jatamí, sabe administrar sus silencios y es muy consciente de los peligros que corren sus intentos de liberalizar el régimen islámico y su propia vida política. Son muchos los reveses que ha sufrido desde que arrasó en las pasadas elecciones presidenciales al candidato del integrismo y representante del máximo poder real, el ayatolá Jamenei. Los ha sobrevivido y ahora ha anunciado que se presenta a las nuevas elecciones el próximo 8 de junio.

Jatamí no se rinde. El apoyo de que goza hoy el presidente es abrumador. Un 79% de los votantes quiere que se presente de nuevo y un 63% se declara abiertamente decidido a votarle. Pero tampoco ceden en sus posiciones los adversarios de las reformas que han logrado dinamitar todos los intentos de ampliar la libertad de prensa y la tolerancia religiosa y social emprendidos por Jatamí y sus partidarios. La última gran operación del inmovilismo teocrático ha sido la oleada de detenciones habida el 7 de abril, dirigida en gran parte contra gentes cercanas al presidente. No es siquiera paradójico que, según aumenta la presión social a favor de las reformas, se intensifiquen las acciones represivas de los sectores más integristas, hoy claramente minoritarios. Todos saben que ciertos niveles de tolerancia del debate público elevarían rápidamente los siguientes y que mantener el oscurantismo y la represión de los ochenta es hoy prácticamente imposible en un país en el que millones de jóvenes acceden a Internet, ven televisiones extranjeras y plantean demandas muy claras a sus dirigentes.

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Irán no es una pequeña república bananera en la que todo pueda solventarse por la vía de la represión y el aislamiento. Es un gran país con crecientes clases medias bien formadas, con legítimas aspiraciones en el terreno internacional, pero también en su propia autoestima en lo que respecta al bienestar y al desarrollo interno. Y aunque Jatamí no sea un demócrata en el sentido occidental del término, sí cree que los hombres libres e informados son seres más útiles que los esclavos y los fanáticos. Por eso es gratificante para todo aquel que crea en la libertad que Jatamí se vuelva a presentar. Y mucho más, que gane.

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