Elecciones en el País Vasco

Depende

Una campaña que se precie no puede prescindir de las preguntas retóricas. Son ésas que se disparan los candidatos para ponerse en apuros y que no pueden tener otra respuesta que 'depende'. Son la del tipo: 'Quosque tandem Catilina abutere patientia nostram?'. ¿Acaso esperaba el bueno de Cicerón que Catilina le contestara hasta cuándo iba a seguir abusando de la paciencia del Senado y del pueblo de Roma? El que hace la pregunta retórica pretende, sobre todo, que su enunciado se recoja en los titulares de los medios de información, y luego que no pueda ser contestada. Si la respuesta fuer...

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Una campaña que se precie no puede prescindir de las preguntas retóricas. Son ésas que se disparan los candidatos para ponerse en apuros y que no pueden tener otra respuesta que 'depende'. Son la del tipo: 'Quosque tandem Catilina abutere patientia nostram?'. ¿Acaso esperaba el bueno de Cicerón que Catilina le contestara hasta cuándo iba a seguir abusando de la paciencia del Senado y del pueblo de Roma? El que hace la pregunta retórica pretende, sobre todo, que su enunciado se recoja en los titulares de los medios de información, y luego que no pueda ser contestada. Si la respuesta fuera sencilla, no la haría; no es cuestión de dejar que el adversario se luzca. Además, estas cuestiones requieren varias subpreguntas para precisar el asunto, y los candidatos no están para matices.

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A Ibarretxe le emplazaron a que dijera si rechazaría los votos de EH para ser lehendakari, aunque fueran gratis total, y el campeón del PNV-EA se evadió del envite con eso de ni he gobernado ni volveré a gobernar con..., un ejemplo de libro de restricción mental. Claro que la pregunta tenía truco: lo que sus adversarios pretendían era que declarase que se irá a la oposición en el caso de que la coalición nacionalista obtenga menos escaños que los que sumen el PP y el PSE. La petición resulta muy pertinente desde el punto de vista ético -concepto muy querido por Ibarretxe-, pero demasiado comprometida desde el político, que a fin de cuentas es el que rige en las justas electorales. Además, asunto tan trascendente no puede ser despachado por el candidato, sino que requiere la venia de quien lo designó.

Aunque, para pregunta difícil, de selectividad, la que le ha girado de vuelta Ibarretxe a José María Aznar, la de si 'aceptará la voluntad democrática de los vascos'. Dado que en esta bendita tierra todavía no nos hemos puesto de acuerdo sobre quién es vasco, quién demócrata, en qué ámbito territorial debe expresarse esa voluntad y -muy importante- nadie ha precisado con la claridad exigible sobre qué asuntos han de manifestarse democráticamente los vascos, habrá que aceptar que también Aznar repita para sí, retóricamente, la cuestión, y conteste 'depende'. Como Ibarretxe, como Catilina.

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