Reportaje:

Terremoto para crear el nuevo Airbus

El traslado de piezas para construir un avión gigante en Toulouse obliga a rehacer 200 kilómetros de carreteras

La construcción del avión más grande del mundo, el A-380, capaz de transportar a 656 pasajeros, necesitará de obras colosales en la humilde tierra para llegar a enseñorearse de los cielos dentro de seis años. Hay que rehacer más de 200 kilómetros de carreteras, abatir millares de árboles, reconstruir puentes, expropiar terrenos con extrema urgencia, desviar el tráfico de otras mercancías, enterrar cientos de kilómetros de líneas de transporte de energía eléctrica: en suma, organizar una revolución terrestre al servicio del futuro rey del aire.

El problema consiste en que las piezas del ...

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La construcción del avión más grande del mundo, el A-380, capaz de transportar a 656 pasajeros, necesitará de obras colosales en la humilde tierra para llegar a enseñorearse de los cielos dentro de seis años. Hay que rehacer más de 200 kilómetros de carreteras, abatir millares de árboles, reconstruir puentes, expropiar terrenos con extrema urgencia, desviar el tráfico de otras mercancías, enterrar cientos de kilómetros de líneas de transporte de energía eléctrica: en suma, organizar una revolución terrestre al servicio del futuro rey del aire.

El problema consiste en que las piezas del fuselaje serán demasiado gruesas, y las alas demasiado grandes (80 metros de envergadura), para ser transportadas por medios convencionales. Tras su construcción en instalaciones de Alemania, Reino Unido y Francia, remontarán en barco el estuario de la Gironda hasta el puerto de Burdeos. Pero desde allí quedarán casi 300 kilómetros para llegar a Toulouse, la ciudad del Airbus y del Concorde, que, ¡vaya por Dios!, no tiene mar.

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Primero se pensó en cargar los distintos elementos en otros aviones, pero ninguno de los existentes cuenta con capacidad suficiente: sólo valen para trasladar las piezas más pequeñas, por ejemplo, las que se fabricarán en España, según un portavoz de la sociedad del Airbus. Tampoco será posible llevarlas en helicópteros, cuyo trajinar haría pender piezas de hasta 20 toneladas sobre las vidas y haciendas de la región. La vía fluvial habría estado muy bien: pero el Garona, que baña Burdeos, sólo es navegable en un pequeño tramo, hasta el puerto fluvial de Langon.

Hay una autopista que enlaza Burdeos con Toulouse, si bien los puentes impiden el paso de camiones de hasta 13 metros de altura, equivalentes a una casa de tres pisos, como los que habrán de construirse para estos traslados. Así que, a proyectos colosales, decisiones colosales: el Gobierno ha optado por rehacer varias carreteras regionales y ampliar otras, hasta conseguir una nueva vía de 250 kilómetros de longitud, capaz de admitir el paso de convoyes de hasta 300 metros de largo. Los 'transportes excepcionales' se efectuarán una vez por semana, a una velocidad máxima de 20 kilómetros por hora. Las primeras dificultades se plantean en Burdeos. Las grandes barcazas en que se efectuará el tramo fluvial habrán de pasar bajo un puente construido en 1822, que enlaza las dos orillas del Garona. El fuselaje del futuro Airbus -nueve metros de alto por ocho de ancho- va a pasar bajo los pilares del puente sólo por algunos centímetros, siempre que no haya crecidas del río y previa consolidación de aquéllos. A partir del puerto fluvial de Langon, último punto en el que el Garona es navegable, comenzará la ruta por carretera hasta Toulouse.

Son muchas las personas preocupadas por el impacto de estas enormes obras en el medio ambiente, que, curiosamente, han dividido a las autoridades locales y regionales por colores políticos. Así, los departamentos de Las Landas y de Gers, regidos por autoridades socialistas, se han mostrado más dispuestos a prestar sus territorios para construir la nueva ruta, que el de Lot-et-Garone, presidido por un centrista de UDF, partidario del ¡no pasarán!, no se sabe si con la intención de bloquear definitivamente la 'ruta del futuro' o de vender más caros sus recursos.

El colosalismo de la operación se extiende a la construcción de una nueva zona industrial sobre 260 hectáreas cerca de Toulouse, sobre las cuales destacarán los 45 metros de altura previstos para las salas de montaje del avión. Y es que Toulouse, la ciudad del Airbus y del Concorde, no cabe en sí de gozo con el regalo que le ha caído encima, y que, si todo va bien, le asegurará trabajo para los próximos treinta años.

Con 62 aparatos del A-380 ya encargados a Airbus, y aunque la compañía haya de trasladar el montaje de los aviones más pequeños a otros lugares, toda la zona se va a beneficiar de este revulsivo económico.

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