Columna

El presidente en la encrucijada

El Alto Mando del Partido Popular, obedeciendo las órdenes emanadas del Jefe, ha decretado que los presidentes autonómicos deberán volverse a presentar en las próximas elecciones. También los alcaldes de los principales ayuntamientos deberán repetir como cabezas de lista aspirantes a la alcaldía. Parece ser que el Jefe no quiere que nadie siga sus pasos renunciando a repetir mandato. Sólo al presidente de la Comunidad de Madrid, Ruíz Gallardón, se le prohibe que vuelva a presentarse. Si alguien cree que esta decisión del Jefe Aznar es un signo de que quiere reservarle como sucesor cuando llegu...

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El Alto Mando del Partido Popular, obedeciendo las órdenes emanadas del Jefe, ha decretado que los presidentes autonómicos deberán volverse a presentar en las próximas elecciones. También los alcaldes de los principales ayuntamientos deberán repetir como cabezas de lista aspirantes a la alcaldía. Parece ser que el Jefe no quiere que nadie siga sus pasos renunciando a repetir mandato. Sólo al presidente de la Comunidad de Madrid, Ruíz Gallardón, se le prohibe que vuelva a presentarse. Si alguien cree que esta decisión del Jefe Aznar es un signo de que quiere reservarle como sucesor cuando llegue la hora -habida cuenta de la promesa hecha por el presidente del Gobierno de no estar en el cargo más de dos legislaturas- se equívoca. Lo que José María Aznar busca es no tener a su alrededor políticos de fuste y envergadura. Y Ruiz Gallardón lo es.

Según la Constitución, los partidos tienen que ser democráticos en su funcionamiento interno. El Partido Popular, no hace otra cosa, un día sí y otro tembién, que hacer profesión de fe 'constitucionalista'. Con motivo de las próximas elecciones vascas, el secretario general del PP, Javier Arenas, y comilitones de segunda fila, no hacen otra cosa que presentarse como los máximos defensores de la Constitución frente a los nacionalistas que quieren actuar al margen de la misma. Claro que la Constitución es buena cuando nos conviene y, cuando no, la obviamos, la marginamos, y tomamos las decisiones que más nos convenga a nuestros intereses partidistas. Como por ejemplo, éste de que sea el Jefe, manu militari, bajo el ordeno y mando, el que decida quien ha de ser candidato y quien no, a estas u otras elecciones. Fuera lógico, democráticamente hablando, que el PP del País Valenciano -perdón, de la Comunidad de Vecinos Valenciana- a través de sus órganos representativos, el que decidiese en su momento quién va a ser el candidato a la presidencia de la Generalitat en las próximas elecciones. O a los distintos ayuntamientos. Esto es lo que dice la Constitución cuando habla de que los partidos políticos han de funcionar con democrácia interna.

Entonces nos encontramos con lo siguiente: el presidente Zaplana había anunciado que no iba a estar en el cargo más de dos legislaturas. Lo mismo que había anunciado su Jefe. Pero el Jefe Aznar ha ordenado que nada de nada: hay que volverse a presentar a ver si las urnas son propicias y repite Zaplana como presidente. Así que nuestro Molt Honorable tiene dos opciones: o rendirle obediencia a quien manda o cumplir su palabra de que no se volverá a presentar a la presidencia de la Generalitat.

No lo tiene fácil el presidente Zaplana. Si desoye el mandato del Jefe, mala cosa. Si le hace caso, y se vuelve a presentar, y gana las elecciones, se va a encontrar en una situación comprometida puesto que el actual endeudamiento del Consell va a dejar, a su sucesor -en éste caso él mismo- en una situación difícil, en la que a duras penas podrá tomar inciativas como no sea aquellas necesarias para ir amortizando la deuda. Somos una de las tres comunidades autónomas más endeudadas del Estado. El presidente Zaplana se vería muy aliviado no teniendo que sucederse a sí mismo presentándonse de nuevo. Mejor dejarle a su sucesor el embolao. El Jefe Aznar ha colocado a Zaplana en una difícil encrucijada.

fburguera@inves.es

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