Columna

Vaselina

Los máximos dirigentes del PP y del PSPV, Eduardo Zaplana y Joan Ignasi Pla, han tenido a bien reunirse el miércoles pasado para templar gaitas y reemprender, o al menos escenificar, el inevitable diálogo entre Gobierno y oposición. Al margen de quién tomase la iniciativa, lo cierto es que este prolongado desencuentro no beneficiaba a ninguno de los dos. Tal incomunicación delataba una actitud pueril o cerril y, por supuesto, nada democrática. No nos incumbe endosarle la culpa a una u otra parte, pero tengo para mí que, en cualquier caso, correspondía a los socialistas tomar la iniciativa y re...

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Los máximos dirigentes del PP y del PSPV, Eduardo Zaplana y Joan Ignasi Pla, han tenido a bien reunirse el miércoles pasado para templar gaitas y reemprender, o al menos escenificar, el inevitable diálogo entre Gobierno y oposición. Al margen de quién tomase la iniciativa, lo cierto es que este prolongado desencuentro no beneficiaba a ninguno de los dos. Tal incomunicación delataba una actitud pueril o cerril y, por supuesto, nada democrática. No nos incumbe endosarle la culpa a una u otra parte, pero tengo para mí que, en cualquier caso, correspondía a los socialistas tomar la iniciativa y restablecer los puentes. Que haya sido al contrario tampoco nos sorprendería, pues el Molt Honorable, que anda tan sobrado de legitimación y de desparpajo, es muy capaz de haber llamado a capítulo.

Sobre la mesa tenían dos asuntos que yo diría menores, pero buenos para abrir boca y diluir el respectivo ninguneo. Uno de ellos era el relevo del Síndic de Greuges y, otro, la Acadèmia Valenciana de la Llengua. Dicho sea de paso, a los ciudadanos les importa un rábano cuál sea la solución, pero están planteados y han de ser resueltos. Sin devaluar demasiado su importancia, hay que reconocer que la tienen en la medida que suponen un freno -en tanto no se resuelvan- para abordar otros objetivos de mayor alcance, siempre y cuando los insignes interlocutores tengan imaginación para concebirlos y plantearlos.

En punto al Síndic citado está claro que ambas partes han especulado con la finura de un oso hormiguero. Uno por prepotencia y el adversario minusválido político por impedir el avasallamiento. De haber hablado oportunamente y con criterio ya estaría resuelto. ¿Tan inaceptable era que la síndica en funciones hubiera comparecido en las Cortes para informar de la gestión y de su informe sobre el plan urbanístico de El Cabanyal? El problema no es ése, como todo el mundo sabe. El problema es la escasa relevancia y menosprecio de la institución, de la sindicatura. Se la conoce poco y apenas si se le respeta. Ése y no otro es el nudo de la cuestión. Lo demás son batallitas circunstanciales entre Font de Mora y Ximo Puig, los portavoces parlamentarios del PP y del PSPV. ¿Han abordado Zaplana y Pla este meollo? Háganlo sin interferir la elección del candidato y acabar con la provisionalidad de la síndica en funciones.

Lo de la Acadèmia es harina de otro costal, aunque viene condicionada por la misma indefinición general del PSPV con respecto a este punto. Yo tengo la impresión de que los socialistas no saben qué demonios quieren, aun cuando les consta que oponerse a ultranza a su constitución no les va a propiciar rendimientos electorales. Ni tampoco lo contrario. En realidad, celebrarían que se cancelase esta propuesta que el molt honorable acabará imponiendo. Al fin y al cabo él está avistando otros horizontes personales. Habrán de mojarse y decidir de una vez quiénes son sus candidatos antes de que se los pongan. Ya no les queda mucho tiempo para seguir mareando la perdiz.

Ya se comprende que, después de tan largo enervamiento en tanto que partido de la oposición, el PSPV desorbite los asuntos más perentorios, como los citados, a los que habría que añadir -y con justicia-el enconamiento contra la presidenta de las Cortes, Marcela Miró, tan poco dotada de mano izquierda. Ahora, cuanto menos, se tiene la impresión de que los socialistas están a pie de obra. Pero esta actitud no debiera hacerles olvidar que su objetivo es modificar y trascender la agenda política actual que el líder del PSPV dijo estar caducada.

Para el PP, a lo peor, solventar las asignaturas pendientes del Síndic y de la Acadèmia, pueden justificar una legislatura. Pero Ignaci Pla y su muchachada han de apuntar más alto para que podamos considerar sus credenciales. Además de la oportuna vaselina hay que plantear retos políticos más movilizadores. Eso o la oposición eterna.

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