Vuelven Les Luthiers
Hay títulos que, por sí solos, ya lo insinúan casi todo. Por ejemplo, Bromuro de Armonio. Pocas cosas pueden esconderse tras esta declaración de principios tan significativa y más si se sabe que los autores del posible desaguisado son, nada más y nada menos, que Les Luthiers. El quinteto bonaerense, esos a los que en su tierra natal califican como una 'sana costumbre argentina', regresa hoy a Barcelona para presentar uno de sus últimos espectáculos titulado, precisamente, Bromuro de Armonio. Les Luthiers estarán desde esta noche (21.00 horas) hasta el próximo 31 de marzo en el Tí...
Hay títulos que, por sí solos, ya lo insinúan casi todo. Por ejemplo, Bromuro de Armonio. Pocas cosas pueden esconderse tras esta declaración de principios tan significativa y más si se sabe que los autores del posible desaguisado son, nada más y nada menos, que Les Luthiers. El quinteto bonaerense, esos a los que en su tierra natal califican como una 'sana costumbre argentina', regresa hoy a Barcelona para presentar uno de sus últimos espectáculos titulado, precisamente, Bromuro de Armonio. Les Luthiers estarán desde esta noche (21.00 horas) hasta el próximo 31 de marzo en el Tívoli.
Bromuro de Armonio se estrenó en Buenos Aires en el verano de 1996 y, aunque ya visitó diversas ciudades españolas a finales de 1998, aún no se había visto en Barcelona. En cosa de Luthiers por aquí vamos un poco retrasados: el grupo argentino ha estrenado ya otro espectáculo titulado Todo por que rías que, en el mejor de los casos, no se verá en nuestros escenarios hasta el próximo año. Mientras tanto, y aunque no sea una novedad, el Bromuro de Armonio es un remedio idóneo para sanar cualquier moral alicaída. Ocho capítulos diferentes forman esta entrega: Para Elisabeth, La princesa caprichosa, La vida es hermosa, La hija de Escipión, La redención del vampiro, Educación sexual moderna, ¿Quién mató a Tom McCoffee? y Comisión. Un paseo delirante que va desde el canto gregoriano al jazz pasando por la zarzuela, los ritmos caribeños, la ópera y, por supuesto, las impagables composiciones de nuestro viejo amigo Johann Sebastian Mastropiero.- M. J.