Avenida sin farolas
Vivo en el último tramo de la avenida del Cid de Valencia, el que va desde la última farola elegante y luminosa que ha ordenado instalar usted, señor Jurado, y el puente que airosa aunque enrevesadamente cruza el cauce de ese no-río que cíclicamente sorprende como si lo aliviasen del férreo cepo de una imaginaria próstata. Habida cuenta de que a este tramo no se ha dignado instalarle ninguno de esos artilugios luminosos, yo me pregunto: ¿no vivimos en Valencia? ¿termina la avenida del Cid en esa farola que usted ha decidido sea la última? ¿no pagamos nuestros impuestos? ¿No somos feudo del PP...
Vivo en el último tramo de la avenida del Cid de Valencia, el que va desde la última farola elegante y luminosa que ha ordenado instalar usted, señor Jurado, y el puente que airosa aunque enrevesadamente cruza el cauce de ese no-río que cíclicamente sorprende como si lo aliviasen del férreo cepo de una imaginaria próstata. Habida cuenta de que a este tramo no se ha dignado instalarle ninguno de esos artilugios luminosos, yo me pregunto: ¿no vivimos en Valencia? ¿termina la avenida del Cid en esa farola que usted ha decidido sea la última? ¿no pagamos nuestros impuestos? ¿No somos feudo del PP? Señor concejal, ¿entiende usted mi desasosiego? Ruego piense que son 200 metros en una avenida que mide unos 3.000, y que, salvo excepciones le aseguro que estamos al corriente de los impuestos que en justicia o no, nos corresponden.