Entrevista:PETER CARUANA | MINISTRO PRINCIPAL DE GIBRALTAR

'España no quiere buscar soluciones'

En declaraciones que escandalizaron a la opinión pública gibraltareña, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, dijo que Gibraltar era 'una economía parasitaria' y 'un lastre cada vez más difícil de soportar'. Peter Caruana, abogado de 44 años, ministro principal de Gibraltar, responde que Piqué parece empeñado en crear las condiciones para que el status quo se mantenga y resulte imposible el diálogo.

Pregunta.
¿Por qué cree usted que Piqué abordó el tema de Gibraltar de esa manera?

Respuesta. Fue una sorpresa. Josep Piqué volvió de una reunión en Lond...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

En declaraciones que escandalizaron a la opinión pública gibraltareña, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, dijo que Gibraltar era 'una economía parasitaria' y 'un lastre cada vez más difícil de soportar'. Peter Caruana, abogado de 44 años, ministro principal de Gibraltar, responde que Piqué parece empeñado en crear las condiciones para que el status quo se mantenga y resulte imposible el diálogo.

Pregunta. ¿Por qué cree usted que Piqué abordó el tema de Gibraltar de esa manera?

Respuesta. Fue una sorpresa. Josep Piqué volvió de una reunión en Londres con [su homólogo] Robin Cook hace dos o tres semanas declarando, de manera muy inteligente desde mi punto de vista, que si España tenía alguna posibilidad de hacer realidad sus ambiciones en Gibraltar tendría que hacerlo contando con el pueblo de Gibraltar. Aquello lo interpretamos en Gibraltar casi como un reconocimiento del principio de consentimiento. Así que fue una enorme sorpresa cuando dos semanas después pronuncia la versión más dura de la posición más dura española, como si algún departamento del Ministerio de Asuntos Exteriores hubiera rastreado en los archivos para juntar en un discurso todos los argumentos que se han lanzado contra Gibraltar.

P. ¿El discurso más duro desde cuándo?

R. Sin duda, desde que yo ocupé este puesto, desde mayo de 1996. Pero no dice nada nuevo. No es más que una colección de viejas acusaciones que no tienen ninguna base real. Pero ¿por qué ahora? Podría ser porque la reunión con el señor Cook no le fue demasiado bien, o porque quería desviar la atención del público de cómo ha llevado el tema del Tireless. Pero, sea lo que sea, tiene que ver con la política interna española, y no cabe duda de que no aporta nada positivo al problema que compartimos.

P. Se dice en Gibraltar que, en realidad, España no tiene ningún interés en resolver este problema. ¿Qué opina usted?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

R. Una teoría que se oye es que España no quiere avanzar en cuanto a soluciones en Gibraltar porque sabe que cualquier solución, aunque fuera factible obtenerla, casi seguro que requeriría un grado de superautonomía (que, por lo visto, no sería en absoluto aceptable para Gibraltar) que crearía problemas internos con algunos de los nacionalismos regionales más avanzados en España, como el catalán o el vasco, que dirían: 'Un momento, ¿cómo puede Madrid justificar un Gibraltar dentro del territorio español con una autonomía más avanzada que la nuestra?'. También crearía problemas con Marruecos en cuanto a Ceuta y Melilla. Así que una solución así sólo serviría para crear nuevos problemas.

P. ¿Eso es lo que usted opina?

R. Hay una corriente que dice que los españoles realmente no quieren avanzar en esto y que sus esfuerzos apuntan más bien a no perder terreno, que es el status quo lo que realmente desean mantener. Cualquier cosa que signifique más autogobierno, más autonomía, menos colonia, aleja a España de la idea de que Gibraltar es un pequeño pedazo suyo colonizado por el Reino Unido y habitado por una población transitoria sin ningún derecho a la tierra.

P. ¿Cuál es su teoría, aparte de 'lo que dice la gente'?

R. Ésa es también mi opinión. Si España estuviera seriamente comprometida con un proceso para resolver el problema de Gibraltar, y de manera favorable al objetivo español, no podría estar haciendo las cosas peor. Porque es inconcebible que el Gobierno británico y que el resto de Europa estuviesen dispuestos a aceptar hoy en día una solución en la que se traspase un territorio de un país a otro en contra de la voluntad de los habitantes de este territorio. Es simplemente inconcebible. Cualquier solución en el futuro va a requerir el consentimiento de la población de Gibraltar, porque éste es el único camino.

P. ¿Sigue usted queriendo dialogar con España?

R. Ya lo estamos haciendo. Tenemos buenas relaciones con las autoridades regionales, pero no con Madrid. Me he ofrecido en numerosas ocasiones a ir a Madrid a iniciar conversaciones formales, o informales, con el ministro de Asuntos Exteriores español. Y la verdad es que llegamos bastante cerca con el señor Matutes. Hasta nos pusimos de acuerdo para tener una reunión preparatoria. Yo iba a ir a Londres a reunirme con un alto funcionario español. Teníamos fecha y todo. Pero, en el último momento, el Gobierno español canceló la reunión.

P. Pero ¿cómo puede haber diálogo si ustedes no aceptan hablar de soberanía?

R. Si por soberanía se entiende sentarse a hablar sobre cuándo y cómo la soberanía de Gibraltar va a ser transferida a España, cuándo y cómo Gibraltar será incorporada al Estado español como región autónoma española bajo la Constitución española, no tiene sentido hablar. No hay la más mínima posibilidad desde el punto de vista de Gibraltar o desde el punto de vista del Reino Unido, dado que en esto el Reino Unido está comprometido a respetar nuestros deseos. Pero, entre demócratas, en la Unión Europea hay maneras de cambiar la dinámica de este problema. Las futuras generaciones de todas las partes involucradas podrían llegar a sentir las cosas de una manera diferente, de manera que llegue a emerger una solución aceptable a todas las partes, pero sobre todo aceptable para el pueblo gibraltareño. Pero nunca se creará el ambiente necesario para poder construir la confianza mutua y reducir las tensiones históricas, a no ser que se inicie una relación basada en objetivos mucho menos ambiciosos que el objetivo final.

Archivado En