Reportaje:

El claustro de los Jerónimos, listo para viajar a Alcalá

3.500 sillares de granito y 48 columnas serán desmontados y marcados para su envío a la ciudad complutense

Acta est fabula. El telón ha caído. Desde hace cuatro siglos, el escenario ha sido el claustro de los Jerónimos, junto al parque del Retiro. Por entre sus 40 arcos de piedra, dispuestos en dos plantas y ceñidos por columnas de estilo toscano con las claves de sus dovelas apuntadas por mascarones de fieras y angelotes, deambularon frailes, obispos, reyes, nobles, burgueses y menestrales. Asistieron a ceremonias religiosas, juramentos regios, bodas fastuosas, así como a asambleas políticas de Cortes y de juntas que, a partir de ahora, ya no hallarán su recinto en el claustro, que comienza...

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Acta est fabula. El telón ha caído. Desde hace cuatro siglos, el escenario ha sido el claustro de los Jerónimos, junto al parque del Retiro. Por entre sus 40 arcos de piedra, dispuestos en dos plantas y ceñidos por columnas de estilo toscano con las claves de sus dovelas apuntadas por mascarones de fieras y angelotes, deambularon frailes, obispos, reyes, nobles, burgueses y menestrales. Asistieron a ceremonias religiosas, juramentos regios, bodas fastuosas, así como a asambleas políticas de Cortes y de juntas que, a partir de ahora, ya no hallarán su recinto en el claustro, que comienza a ser desmantelado.

Ahora, los 3.500 sillares de piedra berroqueña que traban el claustro más importante de Madrid permanecen a la espera de la instalación de dos grúas-torre en sus inmediaciones. Desde ellas, un equipo de cuatro canteros de la localidad madrileña de Zarzalejo, guiados por los restauradores Enrique Salgado y Tania Ordóñez y supervisados por el aparejador Manuel Quijano, comenzarán a desmontar en las próximas semanas cada una de las grandes piedras. El equipo pertenece a la empresa J. Quijano, especializada en este tipo de actuaciones. Recientemente ha limpiado dos de las mayores fachadas de España, concretamente las de las alas este y sur del Palacio Real de Madrid.

Los técnicos aseguran que sus cornisas se comban hasta 24 centímetros en tres fachadas
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En esta ocasión ha sido la Dirección General de Infraestructuras del Ministerio de Educación y Cultura quien, bajo la coordinación de Celia Vinuesa, les ha encomendado la tarea de desmantelar el claustro. Tienen tres meses para consumar la tarea. Por el suelo del patio se ven hoy los tocones de 12 castaños de Indias recién talados, y dos grandes boquetes rectangulares. Son el resultado de las excavaciones realizadas semanas atrás durante las obras en las que el Instituto del Patrimonio Histórico Español examinó el recinto ante el presidente de la Sala III de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo, Fernando Ledesma. Dos recursos presentados entonces impugnaban la decisión de desmontar el claustro jerónimo por considerar que vulneraría y conculcaría la ley, al tratarse de un edificio declarado Monumento Nacional en 1926 y que, en teoría, resulta legalmente intocable.

Sin embargo, una vez examinado el claustro, los jueces han autorizado su desmontaje. Así, prosiguen las obras puestas en cuestión por el movimiento vecinal del barrio. Aún hoy, decenas de carteles colocados sobre balcones de edificios cercanos exhiben lemas en los que se lee: Salvemos el claustro de los Jerónimos.

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'Es inútil', dice Jaime, un vecino. 'Madrid no tiene apenas ruinas, por lo cual estas piedras son para nosotros como las del Coliseo para los romanos, pero da igual. Rafael Moneo se saldrá con la suya', señala, en referencia al arquitecto navarro que proyecta ampliar el Museo del Prado, por encargo de su Patronato, a costa del espacio claustral que englobará, una vez vuelto a montar, en su interior. 'Mire usted como está por dentro el claustro', dice un técnico que lo visita. 'Colóquese aquí debajo', añade. Su mano señala un combamiento de la línea de cornisa que abomba el engarce de arcos y columnas. 'Calculamos que ese pendeo (combamiento) abarca desde 14 hasta 24 centímetros en tres de las cuatro fachadas', dice el aparejador. Señala luego hacia dos sillares que muestran una grieta del tamaño de un puño. 'Trabajar aquí para desmontarlo va a ser peligroso', asegura.

'Todos esos argumentos están bien, pero ¿por qué razón no se restaura el claustro y se deja exactamente donde ha estado cuatro siglos sin molestar a nadie?', se pregunta Asunción López, vecina del barrio. En los años cincuenta del siglo XX cuatro arcos de la fachada sur se desplomaron y fueron restaurados con piedra nueva. Pilastras, arcos y columnas conservan el mismo aspecto. Incluso los escudos de Castilla y León, que rematan sus claves, mantienen el lema en latín que los ciñe: 'Agrio y dulce'. Todo un emblema de los contrastes que este asunto presenta.

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