Columna

Preguntas

La pulsión de la solidaridad que nos sacude cada vez que una catástrofe natural asola uno de los desdichados países latinoamericanos, ¿podría convertirse en un sentimiento permanente y eficaz puesto al servicio, por ejemplo, de la catástrofe de origen humano y concretamente español que obligaría a unos 150.000 inmigrantes ecuatorianos a regresar a su país porque no les permitimos quedarse aquí y ganarse la vida?

¿Podemos compaginar la nada hipócrita angustia que experimentamos ante el horror de un terremoto atroz, como el que ha causado el sufrimiento del pueblo salvadoreño, con la comp...

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La pulsión de la solidaridad que nos sacude cada vez que una catástrofe natural asola uno de los desdichados países latinoamericanos, ¿podría convertirse en un sentimiento permanente y eficaz puesto al servicio, por ejemplo, de la catástrofe de origen humano y concretamente español que obligaría a unos 150.000 inmigrantes ecuatorianos a regresar a su país porque no les permitimos quedarse aquí y ganarse la vida?

¿Podemos compaginar la nada hipócrita angustia que experimentamos ante el horror de un terremoto atroz, como el que ha causado el sufrimiento del pueblo salvadoreño, con la compasión militante que debería producirnos la despiadada (además de pintoresca) propuesta del Ministerio del Interior, consistente en repatriar a los cerca de 150.000 ecuatorianos que residen irregularmente en España?

¿Tenemos, en nuestra calidad de ciudadanos votantes y usuarios de la política gubernamental respecto a inmigración, el derecho y el deber de escandalizarnos de forma pública y contundente por el alcance de una actuación que devolvería a los implicados a una miseria superior a aquella de la que huyeron, condenándoles a pagar las deudas contraídas para emigrar y a perder cualquier esperanza de futuro?

Y ahora dos preguntas que no tienen nada que ver con esto. Una, ¿por qué, cuando se revisa el pasado violento de Fraga Iribarne (represión ministerial con resultado de muertos), se considera que ha evolucionado ideológicamente, mientras que, cuando se descubre el de un político progresista como Joschka Fischer, nos inclinamos a pedirle cuentas?

La segunda pregunta es, más bien, una petición. ¿Tendrían la amabilidad de mandar algún dinerillo a la cuenta corriente número 0065 0275 93 0001009284, abierta por la sociedad Amigos de la Librería Lagun, con objeto de que dicha heroica librería de San Sebastián vuelva a abrir sus puertas, tras haberse visto obligada a cerrar por culpa de los reiterados atentados terroristas? La intención es inaugurar un nuevo local, y para que colaboremos todos los que amamos los libros y la libertad se han puesto a suscripción pública participaciones de 10.000 pesetas. Se admite más, claro, siempre que la cifra sea múltiplo de la mencionada cantidad.

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