El diario 'La Voz de la Democracia' sale a la calle
La Voz de la Democracia está ya en la calle. Este periódico de izquierdas, redactado en lengua árabe, ha vuelto a venderse en los quioscos de Siria, después de una larga prohibición, gracias a la actitud permisiva del Gobierno, al que parece importarle poco que la publicación carezca de licencia oficial.La actitud tolerante del Gobierno de Bachar el Asad, sin embargo, no ha permitido por ahora la libertad del periodista Nizar Nayouf, que aún permanece en la cárcel, a pesar de que algunos de sus compañeros políticos encarcelados con él en el año 1989 fueron recientemente excarcelados....
La Voz de la Democracia está ya en la calle. Este periódico de izquierdas, redactado en lengua árabe, ha vuelto a venderse en los quioscos de Siria, después de una larga prohibición, gracias a la actitud permisiva del Gobierno, al que parece importarle poco que la publicación carezca de licencia oficial.La actitud tolerante del Gobierno de Bachar el Asad, sin embargo, no ha permitido por ahora la libertad del periodista Nizar Nayouf, que aún permanece en la cárcel, a pesar de que algunos de sus compañeros políticos encarcelados con él en el año 1989 fueron recientemente excarcelados.
El caso del periodista Nizar Nayouf, reiteradamente denunciado por las organizaciones internacionales de Defensa de los Derechos Humanos, especialmente por Amnistía Internacional, pone en evidencia las contradicciones y luchas clánicas que aún subsisten en el entramado del poder en Damasco, lo que ha llevado recientemente a asegurar a más de un diplomático occidental que "en Siria se huele la inestabilidad".
"Bachar se mueve en un terreno pantanoso, entre la ambición de unas reformas y la influencia de los veteranos miembros del régimen, incluidos algunos miembros de su propia familia", insisten otros representantes de las embajadas europeas. Estas mismas fuentes reconocen, sin embargo, que la política de apertura del régimen de Damasco ha permitido acallar las voces exaltadas de algunos sectores oportunistas, entre ellos las de su tío Rifat el Asad, que, en nombre de la "democracia" y la "libertad", amenazaba intervenir en la política interior del país y tomar el mando, alegando para ello "derechos sucesorios" tras la muerte de su hermano Hafez el Asad. Sus ataques al régimen se han moderado y las voces discrepantes de sus hijos, desde los exilios dorados de Ginebra, Marbella o Londres, son ahora prácticamente imperceptibles.