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Parecía que el año iba a cerrarse sin más novedades políticas para las fuerzas del centro-izquierda e izquierda valencianas; que el mes de diciembre no daba más de sí. Pero no fue así. Apenas colocados los minoritarios en la parrilla de salida empezaron los desencuentros. Inmediatamente después de cerrar el congreso de EUPV, los nuevos/viejos dirigentes de la formación habrían echado un jarro de agua fría sobre la propuesta del BNV de impulsar el Tercer Espai (una convergencia táctica y estratégicamente dictada por la tardía lucidez política de entender que futuro y supervivencia van ligados y...

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Parecía que el año iba a cerrarse sin más novedades políticas para las fuerzas del centro-izquierda e izquierda valencianas; que el mes de diciembre no daba más de sí. Pero no fue así. Apenas colocados los minoritarios en la parrilla de salida empezaron los desencuentros. Inmediatamente después de cerrar el congreso de EUPV, los nuevos/viejos dirigentes de la formación habrían echado un jarro de agua fría sobre la propuesta del BNV de impulsar el Tercer Espai (una convergencia táctica y estratégicamente dictada por la tardía lucidez política de entender que futuro y supervivencia van ligados y pasan por dotar de prestigio y de masa adicta a lo alternativo del centro-izquierda).Por si faltaban sorpresas, el pasado fin de semana el catalanismo impolítico valenciano hizo saber que la creación de ERPV (un alter ego de ERC aquí, algo más que su sucursal que no despegó, pero nada alejado de lo que ERC es y defiende), completa la oferta del nacionalismo progresista valenciano. Según esta apreciación, en el nuevo reparto de papeles el BNV haría de CiU, y ERPV, de ERC. Tendríamos así, se dice, una opción más centrada, incluso menos exigente en el programa nacional (como CiU), y otra, que tiraría con fuerza del polo de izquierda y del políticamente catalán para no dejar escapar nada fuera del espectro nacionalista(¡!). Según estas cuentas (que el tiempo demostrará que son una auténtica niñería), el voto nacionalista de izquierdas, que se queda en casa porque el BNV es ambiguo, miedoso y moderado, se movilizará hacia ERPV y hará posible el aprovechamiento de todo el espectro. Si además, creen sus promotores, a la suma de FPV y ERC se añadiera el colectivo de Esquerra i País (EUPV), la operación saldría redonda y tendríamos en pequeño lo mismo que en Cataluña (¡!).

En ese argumento sólo parece haber un dato incontestable: que el BNV no acaba de despegar ni como fuerza de centro-izquierda ni como aglutinante de todo el nacionalismo progresista. Pero aun siendo eso cierto, entre otras cosas porque esa fuerza política ha salido muy debilitada de su vieja experiencia izquierdista y de su deriva identitaria reciente, nada hace suponer que el proyecto de ERPV y el del BNV tengan que encontrarse, pues queda fuera de discusión que el catalanismo político además de no contar nada electoralmente, políticamente resta, y divide por cero. Así las cosas, ¿no estaremos, de nuevo, ante la exhibición gratuita del radicalismo para desacreditar al BNV en su moderación, para presionar a su electorado de izquierda para que desconfíe y, en definitiva, para debilitar las expectativas de continuidad del BNV ya de por sí complicadas?

No es la primera vez que de la mano del catalanismo impolítico se realizan operaciones de acoso al nacionalismo moderado para entorpecer su progreso, o para evitar que haya nacionalismo políticamente operativo y con poder ya que no puede ir ligado al bonito y autista sueño de la catalanidad política de los valencianos. Pero lo más sorprendente de estas novedades es el contraste entre la resignación con que el BNV recibe estos ataques a la línea de flotación, y el enfado con los desplantes de los amigos comunistas. EUPV, UV y BNV se juegan su futuro (dije). ERPV, se coloca directamente entre el BNV y el suyo.

Vicent.Franch@uv.es

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