Hallado muerto un monje en el Retiro 20 horas después de apuñalar a otro religioso

Jesús Hernández Casado, de 69 años, el monje franciscano capuchino que cosió a puñaladas a otro en el convento de Jesús de Medinaceli la noche del jueves, fue hallado ayer muerto en el parque del Retiro. Una joven le encontró arrodillado en el suelo, con la capucha de un tabardo verde sobre la cabeza y las manos entrelazadas, en posición de oración. Junto a su cuerpo había dos cajas de barbitúricos vacías y dos latas de Coca-Cola con las que, supuestamente, se tragó las pastillas. El monje herido, Eleuterio Pérez García, de 73 años, seguía ayer en estado de coma en el Hospital Clínico.

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Jesús Hernández Casado, de 69 años, el monje franciscano capuchino que cosió a puñaladas a otro en el convento de Jesús de Medinaceli la noche del jueves, fue hallado ayer muerto en el parque del Retiro. Una joven le encontró arrodillado en el suelo, con la capucha de un tabardo verde sobre la cabeza y las manos entrelazadas, en posición de oración. Junto a su cuerpo había dos cajas de barbitúricos vacías y dos latas de Coca-Cola con las que, supuestamente, se tragó las pastillas. El monje herido, Eleuterio Pérez García, de 73 años, seguía ayer en estado de coma en el Hospital Clínico.

Manía persecutoria

Hernández Casado, de 69 años, nacido en Salamanca, agonizó arrodillado en el suelo, sobre un manto de hojas secas, con las manos entrelazadas. Posiblemente pasó sus últimos instantes rezando, tras haber cosido a puñaladas a otro religioso, veinte horas antes, en el convento de Jesús de Medinaceli, en la calle Jesús, 2 (Centro), donde residen 18 monjes.El cadáver estaba ya rígido cuando lo halló una mujer, Soledad López Martínez, de 25 años, al final de un camino de la denominada Montaña Artificial del parque del Buen Retiro, en el cruce de las calles de O'Donnell y Menéndez Pelayo. Martínez suele ir al Retiro a dar de comer a los gatos de la zona. A las 18.00, cuando bajaba por una ladera de la Montaña Artificial, se encontró con el cadáver: "Estaba inmóvil, le toqué la nuca por debajo del abrigo y noté que estaba muy frío. Le miré la cara y vi que le salía un hilo de sangre por la nariz. Entonces me di cuenta de que estaba muerto", relató López, conmocionada.

Junto al cuerpo, la policía halló dos latas de Coca-Cola vacías y ocho envases vacíos de Nobritol, en cuya receta se lee: "Tranquilizante y elevador del tono psíquico". Los investigadores sospechan que el monje ingirió 120 pastillas dando sorbos, píldora a píldora, del refresco. La policía registró el cadáver y en su chaquetón encontró el cuchillo con el que agredió a Pérez. El monje conservaba entre sus ropas 800.000 pesetas.

El juez de instrucción número 46, Javier Mariano Ballesteros, acudió al lugar para el levantamiento del cuerpo, que fue trasladado al Instituto Anatómico Forense para practicarle la autopsia.

El cadáver fue encontrado veinte horas después de que Hernández apuñalase a otro religioso, Eleuterio Pérez García, de 72 años, a las 21.00 del jueves en un pasillo que une la cocina con el cuarto de la televisión del cenobio de Jesús de Medinaceli. Luego se cambió de ropa, dejó el hábito ensangrentado en la celda, se vistió de seglar y huyó del convento. Una cocinera se encontró con el herido en el suelo. Llamó al sacristán y avisaron al Samur.

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El portavoz del convento, Manuel Muñoz, explicó ayer que Hernández sufría transtornos psíquicos y estaba en tratamiento médico desde hacía dos años. "Tenía manía persecutoria. Se pensaba que los demás monjes le despreciaban y creía que le molestaban", explicó.El agresor y su víctima eran vecinos de celda. "Hernández se quejaba de que Pérez hacía mucho ruido al levantarse por las mañanas y decía que estaba harto de él. Y ya había tenido roces con otros monjes", explicó Muñoz. El portavoz atribuye la agresión a "un ataque de locura, de enajenación mental". La policía desconoce aún el motivo del ataque porque no ha podido tomar declaración al herido.

El monje herido, natural de la provincia de Palencia, se debatía ayer entre la vida y la muerte en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínico San Carlos. Estaba en coma y requería de ventilación asistida, según fuentes médicas. El monje, de 1,80 metros de altura y unos 100 kilos de peso, sufrió alrededor de una veintena de puñaladas, tres de ellas muy graves, aunque su grueso tejido adiposo evitó que el arma blanca penetrara más profundamente y le afectara órganos vitales . "Una le entró por el hemitórax derecho y le perforó un pulmón. Otra le entró por el abdomen y le perforó el estómago y, la tercera, por la espalda, le alcanzó la fosa renal", según los médicos. Éstos señalan que "tiene más posibilidades de morir que de sobrevivir".

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