LA OFENSIVA TERRORISTA

El ex jefe etarra Mobutu escapa de la policía francesa cuando estaba en residencia vigilada

"Un desgraciado incidente". El portavoz del Ministerio francés del Interior valoró así la fuga del ex número dos de ETA Félix Alberto López de Lacalle, Mobutu, quien se escapó ayer por el cinematográfico procedimiento de descolgarse con una cuerda fabricada con ropa de cama desde la habitación que ocupaba en el segundo piso del hotel de La Saglière, en la ciudad de Aubusson (a 80 kilómetros de Limoges, en el centro de Francia). Allí permanecía desde el 10 de julio, vigilado por seis agentes del Servicio de Información, a la espera de que se resolviese su expulsión de Francia.

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"Un desgraciado incidente". El portavoz del Ministerio francés del Interior valoró así la fuga del ex número dos de ETA Félix Alberto López de Lacalle, Mobutu, quien se escapó ayer por el cinematográfico procedimiento de descolgarse con una cuerda fabricada con ropa de cama desde la habitación que ocupaba en el segundo piso del hotel de La Saglière, en la ciudad de Aubusson (a 80 kilómetros de Limoges, en el centro de Francia). Allí permanecía desde el 10 de julio, vigilado por seis agentes del Servicio de Información, a la espera de que se resolviese su expulsión de Francia.

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La fuga, según los investigadores, tuvo que ocurrir entre las tres y las siete de la mañana de ayer. López de Lacalle, de 40 años, se descolgó desde la ventana de su habitación con la ropa de cama que ató al radiador. Que tuviese asignados seis agentes no implica que permaneciese uno a su lado en todo momento. "No estaba encerrado en un hotel, podía salir a pasear o a comprar cigarrillos si quería", puntualizó el portavoz del Ministerio francés del Interior. Sus idas y venidas eran seguidas por agentes del Servicio de Información pero, técnicamente, no era un detenido. El hotel del que se escapó está en medio de un bosque en una de las zonas menos pobladas de Francia, por lo que supuestamente alguien le esperó en un coche. Pese a que fue jefe de los comandos ilegales (fichados por la policía) de ETA hasta su detención en Tolón en 1994, disponía de libertad de movimientos por la zona, con la única limitación formal de no abandonar el municipio, y recibía constantes visitas y llamadas telefónicas. Incluso disponía de un teléfono móvil. En agosto habían ido a verle el portavoz de EH, Arnaldo Otegi, y el eurodiputado Koldo Gorostiaga. El sorprendente hecho de que un dirigente de la organización terrorista se encontrase en esa situación de semilibertad tiene que ver con que España nunca ha pedido su extradición. Tras cumplir casi siete años de cárcel por asociación de malhechores con fines terroristas y ser excarcelado el pasado 7 de julio, las autoridades francesas no tenían otra manera de retenerle que ejecutar la condena accesoria que le había sido impuesta: la expulsión de Francia. Así podían entregar a Mobutu a la policía española, pero el etarra presentó sendos recursos ante un tribunal francés y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La admisión a trámite de éstos paralizó la devolución a España y se le asignó residencia en el hotel de Aubusson.

A finales de agosto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dejó en manos del Gobierno francés la decisión que considerara oportuna, pero recomendó esperar el resultado de la apelación que había presentado el etarra ante el Tribunal Administrativo de Versalles.

La vista de ese recurso se celebró el 25 de septiembre pasado y en ella, el propio comisario del Gobierno -figura equiparable a la del abogado del Estado en España- apoyó que se anulara la orden de devolución a España, argumentando que las entregas directas de Estado a Estado no deben convertirse en "extradiciones encubiertas". Mobutu, que asistía a la vista, ilustró el tribunal acerca de las torturas que esperaba sufrir en caso de ser entregado a la policía española.

Y consiguió evitar la devolución: dos días más tarde de celebrada la vista, el Tribunal Administrativo de Versalles anuló la orden de expulsión a España, "que comporta los efectos de una extradición"; aceptó, eso sí, el criterio de que Mobutu implica un peligro para el orden público en Francia y acordó que fuera expulsado a un tercer país. Esto tampoco se llevó a cabo porque la abogada de Mobutu recurrió de inmediato. El Ministerio francés del Interior, por su parte, también apeló contra los argumentos del tribunal que había denegado la entrega a España.

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Estas idas y venidas en los juzgados fueron precedidas por la intensa actividad desplegada por el Comité de Apoyo a los Prisioneros Políticos vascos, que consiguió el apoyo del Partido Comunista francés y de la Liga de los Derechos Humanos, entre otros grupos, para denunciar como escandalosa la entrega a la policía española de etarras sobre los que no se ha instruido un procedimiento de extradición con las debidas garantías.

Las autoridades francesas, que temían la prolongación de esa situación de semilibertad de Mobutu, se ven ahora en situación embarazosa al aparecer como culpables de la fuga, al que buscó ayer la policía en territorio francés sin éxito. Francia alega que la fuga fue "un golpe de mala suerte", en medio de una sucesión de éxitos de su policía, que en menos de dos meses ha arrestado a las cúpulas de ETA y de los GRAPO.

Mobutu es todo un experto en romper techos. Cuando logró evitar su expulsión a España, declaró por teléfono a la agencia France Press su satisfacción por haber conseguido esquivar una expulsión "por primera vez". Ahora, con su fuga de ayer, también puede reivindicar haberse convertido en el primer dirigente de ETA que elude una situación de "residencia vigilada" por la policía francesa.

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