La casa natal de Josep Pla acoge una exposición permanente sobre el autor

La casa natal del escritor Josep Pla (1897-1981), en la calle Nou de Palafrugell (Baix Empordà), ofrece desde hoy una exposición permanente destinada a divulgar la vida y la obra del autor de El quadern gris. Fotografías inéditas, páginas manuscritas repletas de una diminuta letra semejante a las cagarrutas de mosca -según irónica definición de su amigo el pintor Josep Martinell-, ediciones varias de sus libros, revistas con sus reportajes periodísticos, algunos objetos personales y una selección de sus más celebradas citas componen una sugerente introducción al mundo de Josep Pla.

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La casa natal del escritor Josep Pla (1897-1981), en la calle Nou de Palafrugell (Baix Empordà), ofrece desde hoy una exposición permanente destinada a divulgar la vida y la obra del autor de El quadern gris. Fotografías inéditas, páginas manuscritas repletas de una diminuta letra semejante a las cagarrutas de mosca -según irónica definición de su amigo el pintor Josep Martinell-, ediciones varias de sus libros, revistas con sus reportajes periodísticos, algunos objetos personales y una selección de sus más celebradas citas componen una sugerente introducción al mundo de Josep Pla.

Las 30.000 páginas de prosa catalana que dejó escritas Pla constituyen una de las aportaciones más fecundas e incontestables de la literatura catalana contemporánea. En la exposición que ahora se ha abierto en Palafrugell no se excluyen los detalles biográficos, pero es la literatura la que rige la exhibición, de la misma manera que gobernó con tiranía la vida del escritor. "Es objetivamente desagradable no sentir ninguna ilusión -ni la ilusión de las mujeres, ni la del dinero, ni la de llegar a ser alguna cosa en la vida-, sólo sentir esta secreta y diabólica manía de escribir (con tan poco resultado), a la cual todo lo sacrifico, a la cual probablemente lo sacrificaré todo en la vida", advertía en el El quadern gris.

Cinco ámbitos

La muestra toma prestados los títulos de algunas de sus obras para dar nombre a cinco ámbitos. En Primera volada (1897-1919) se repasan las vivencias de infancia y juventud de Pla, así como sus visitas al Ateneo Barcelonés, donde descubre un rico fondo de literatura francesa y audaces contertulios intelectuales. Sus obras de aquellos años son inmaduras, retóricas y artificiosas, pero presentan la síntesis de sus temas. La práctica del periodismo le ayudaría a depurar y hacer más natural su estilo. El Pla periodista que viaja por el mundo y permanece largas temporadas en las capitales europeas aparece en Cartes de lluny (1920-1938). También corresponde a este ámbito el oscuro periodo de Marsella, en el que trabaja para los servicios de información y propaganda franquistas en el extranjero. En Aigua de mar (1939-1947) se narran los años de una especie de exilio interior, durante los que, desencantado por los conflictos bélicos y políticos recientes, reflexiona y encuentra refugio en el paisaje y las gentes sencillas. Al final de este periodo, cuando la censura le permite publicar en su lengua, se produce un reencuentro con los lectores catalanes. Bajo el título de Coses vistes (1958-1965) se repasan los años en que el autor asume su condición de propietario rural. Son años de nuevos viajes, en los que Pla se embarca en lentos petroleros mientras trabaja obsesivamente en nuevas obras y en la reescritura de las viejas para incorporarlas a su obra completa.

El último apartado, Notes de capvesprol (1966-1981), está marcado por la firma del contrato para la obra completa con Josep Vergès, el editor de Destino, después del fracaso con la editorial Selecta. Es su consagración como un autor que goza del reconocimiento de la crítica y cuenta con un elevado número de lectores incondicionales.

La exposición tiene un apartado dedicado específicamente a El quadern gris, del que se reproducen algunos manuscritos. También es posible acceder a cada una de sus páginas a través del ordenador, para calibrar las tachaduras y los cambios que introducía su autor.

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La exposición permite contemplar algunos objetos del gusto de los más mitómanos: dos maletas de viaje, una mesa y una lámpara del Ateneo Barcelonés, y una de las últimas plumas estilográficas del escritor.

La exposición permanente, financiada por La Caixa, viene a completar uno de los objetivos más ambiciosos de la Fundación Pla, creada para divulgar la figura del escritor.

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