Duisenberg asegura que guardará silencio para no perjudicar al euro

Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo (BCE), rechazó ayer la idea de dimitir y aseguró que nadie se lo ha pedido. Un Duisenberg muy molesto por las críticas a causa del desplome del euro, añadió que él y los demás responsables del banco guardarán absoluto silencio de ahora en adelante sobre la política de la entidad. El banco decidió ayer en su reunión en París mantener los tipos de interés en el 4,75% a pesar de que el miércoles la moneda única registrara un mínimo histórico frente al dólar, al cotizar a 0,8340 en el mercado. El tipo de cambio oficial que ayer fijó el BCE, 0841...

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Wim Duisenberg, presidente del Banco Central Europeo (BCE), rechazó ayer la idea de dimitir y aseguró que nadie se lo ha pedido. Un Duisenberg muy molesto por las críticas a causa del desplome del euro, añadió que él y los demás responsables del banco guardarán absoluto silencio de ahora en adelante sobre la política de la entidad. El banco decidió ayer en su reunión en París mantener los tipos de interés en el 4,75% a pesar de que el miércoles la moneda única registrara un mínimo histórico frente al dólar, al cotizar a 0,8340 en el mercado. El tipo de cambio oficial que ayer fijó el BCE, 08411 dólares, es el más bajo desde que el euro nació en 1999. Respecto a la estrategia del BCE para apuntalar a la moneda única, sólo dijo que "la intervención continúa siendo un arma de nuestro arsenal".

La sucesión de malas noticias colocaron a Duisenberg en una situación muy incómoda. Ni el aumento del precio del dinero, decidido el 5 de octubre, ni la intervención en los mercados del 22 de septiembre han logrado sostener el euro, esa divisa sin patria que ha perdido un 29% de su valor frente al dólar desde que comenzó a cotizar. A ello se suman las críticas por las declaraciones de Duisenberg del lunes, en las que sugirió la inutilidad de intervenir mientras durara la tensión en Oriente Próximo, y a las que se atribuye parte del desfondamiento de la moneda.

Con un leve gesto de fastidio, Duisenberg aceptó de entrada "las críticas de los medios de comunicación" y "los consejos de varias personas" sobre la conveniencia de guardar silencio; y en función de ese criterio se negó a contestar a la pregunta de si sus declaraciones del lunes habían sido deliberadas o eran fruto de un error. Ese compromiso de silencio lo extendió a toda la estrategia futura del BCE. Tan machacón fue el mensaje que alguien le preguntó si es que el BCE ha optado por una política de no transparencia. Contestó que no.

Respaldo de su sucesor

Al lado del criticado Duisenberg, su sucesor oficioso, el presidente del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, dio cuenta de que el consejo de gobernadores está "calurosamente unido en torno a su presidente". Trichet es el sucesor designado desde la cumbre europea de mayo de 1998 que lanzó el euro, si bien parece difícil que lo consiga hasta que se aclaren las diligencias judiciales que tiene pendientes por un asunto relacionado con el Crédit Lyonnais."El BCE, y esto incluye a su presidente y a los miembros del consejo de gobernadores, debe ser juzgado por el modo en que cumple su misión de asegurar la estabilidad de los precios", señaló Duisenberg, quien considera un éxito los 22 primeros meses de unión monetaria. Reconoció que la debilidad del euro "suscita temores" por los riesgos inflacionistas que conlleva, un razonamiento abonado por la difusión del último índice armonizado de los precios al consumo, que alcanzó el 2,8% interanual en septiembre frente al 2% previsto por el BCE. Duisenberg aceptó que el retorno a una tasa de inflación inferior al 2% "podría tomar más tiempo del previsto" si el petróleo continuara caro.

El presidente del BCE espera que el retroceso en la confianza sea temporal. Pronosticó "un período de crecimiento prolongado, a un ritmo superior al 3% en este año y en el próximo" y destacó el aumento del PIB, los progresos en materia de empleo y el retroceso del paro como datos que se compadecen mal con el valor externo del euro.

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