Crítica:CRÍTICA - TEATRO

Un cadáver en el armario

Hacia mediados de los años sesenta brilló en la mayor de las islas británicas el talento teatral de Joe Orton, un autor nuevo por entonces que entroncaba con la generación airada, homosexual militante y confeso, y dotado de una capacidad para la ironía que bastaba para dejar a sus adversarios en pelota picada. El botín, por la que el autor recibió un importante galardón, es una especie de comedia grotesca, próxima a las maneras de la farsa, donde Orton fusiona estilos y asuntos para componer un ácido caleidoscopio de tipos que retratan por la vía de la exageración aspectos centrales de ...

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Hacia mediados de los años sesenta brilló en la mayor de las islas británicas el talento teatral de Joe Orton, un autor nuevo por entonces que entroncaba con la generación airada, homosexual militante y confeso, y dotado de una capacidad para la ironía que bastaba para dejar a sus adversarios en pelota picada. El botín, por la que el autor recibió un importante galardón, es una especie de comedia grotesca, próxima a las maneras de la farsa, donde Orton fusiona estilos y asuntos para componer un ácido caleidoscopio de tipos que retratan por la vía de la exageración aspectos centrales de la Inglaterra de su tiempo. Algunos pasajes del texto se dirían próximos a Valle-Inclán, mientras que otros no renuncian a esa ironía de gran estilo, casi poética, de tanta y tan grande tradición en la dramaturgia inglesa.Esta disparatada trama por la que confluyen en una misma habitación el cadáver de una mujer, el duelo de su marido, una enfermera fingida y el producto de un robo perpetrado por el hijo del viudo y uno de sus compinches, además de un inolvidable policía disfrazado de inspector de la compañía de aguas, ha sido montada por Gemma Miralles como si se tratara de un texto de Dario Fo, lleno de estrépito mediterráneo, y cuenta entre sus méritos el de un estimable trabajo de actores, aunque a veces estén algo pasados de decibelios. Hay un cierto trabajo coreográfico en las entradas y salidas de las personajes y en los movimientos que las acompañan, y una escenografía en tonos pastel muy años sesenta pero algo incómoda para los actores y, a veces, inverosímil para el espectador. El conjunto es algo más que discreto, divertido casi siempre, pese a algunos baches en el relato de algunos sucesos, y la única mujer del reparto, Pepa Miralles, está admirable en su tornadizo personaje.

El botí

De Joe Orton, en versión de J. V. Martínez Luciano y Reme Boix. Intérpretes, Pep Cortés, Enric Juezas, Pep Sellés, Miguel A. Romo, Pepa Miralles. Vestuario, Paco Salabert. Iluminación, Miquel Llop. Escenografía, Jaume Policarpo. Dirección, Gemma Miralles. Teatro Talía. Valencia.

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