Las joyas de la discordia

A su muerte, María Rodríguez Fernández dejó herederos de todos sus bienes a los "pobres indigentes de los acogidos en una leprosería". Son dos pisos, ocho fincas rústicas, una plaza de garaje, unas acciones y unos depósitos de renta fija, un conjunto valorado en 25 millones de pesetas. En un cajón de uno de los inmuebles aparecen joyas, que los funcionarios inventarían sin tasar y depositan en el despacho del director general de Patrimonio de la Junta de Castilla-La Mancha. Duermen durante tres años en un armario bajo llave.En ese tiempo, ese despacho lo usan tres altos cargos, dos directores ...

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A su muerte, María Rodríguez Fernández dejó herederos de todos sus bienes a los "pobres indigentes de los acogidos en una leprosería". Son dos pisos, ocho fincas rústicas, una plaza de garaje, unas acciones y unos depósitos de renta fija, un conjunto valorado en 25 millones de pesetas. En un cajón de uno de los inmuebles aparecen joyas, que los funcionarios inventarían sin tasar y depositan en el despacho del director general de Patrimonio de la Junta de Castilla-La Mancha. Duermen durante tres años en un armario bajo llave.En ese tiempo, ese despacho lo usan tres altos cargos, dos directores generales y un secretario técnico. Nadie parece interesarse por ellas hasta que en marzo de 1999 se descubre que ha desaparecido una parte. Desde entonces, PP y PSOE se tiran los trastos en el Parlamento castellano-manchego.

Que unas joyas que aparecen en un piso de Salamanca terminen en 1996 en un despacho de Toledo tiene su explicación: en España sólo hay dos centros de atención a leprosos, uno en Trillo (Guadalajara) y otro en Fontilles (Alicante). Ambos debían repartirse la herencia a partes iguales. El centro de Trillo depende de la Junta de Castilla-La Mancha. Catorce de estos objetos, joyas según el PP, bisutería según el PSOE, han desaparecido. Quien los hurtase se tomó la molestia de seleccionar lo más valioso. "Todo apunta más hacia dentro que hacia fuera", dice el diputado del PP Leandro Esteban.

Fueron interrogados los tres altos cargos titulares del despacho, que respondieron por escrito. El primero de ellos, Jesús Pastor, declaró que "de haber sospechado que había piezas de valor, las hubiera llevado a una caja fuerte". En términos similares se expresaron sus sucesores, Javier García Soriano y César Estrada Rivero.

No hubo novedad hasta abril de 1999, cuando, con el fin de cerrar el expediente de la herencia, se percataron del robo. Se abrió una investigación interna y se avisó a la policía. El pasado agosto saltó a la prensa local.

Los socialistas consideran que el PP trata de hacer una montaña de arena de lo que fue un simple hurto. Y tienen cuidado con el léxico. Evitan hablar de joyas. Son "pertenencias", "objetos con apariencia de joyas". Bisutería, en definitiva. María Luisa Araujo, consejera de Economía y Hacienda de la Junta, dio explicaciones en el Parlamento: guardarlos en un despacho de una dependencia oficial fue "una medida adecuada al valor de los objetos". ¿Qué valor?: "No más de 422.000 pesetas", dice la consejera. El PSOE se resiste a crear una comisión de investigación. La policía carece de pistas. Y el funcionario que hizo el inventario ha sido trasladado de Hacienda a Agricultura. Se considera represaliado porque amenazó con denunciar por su cuenta la desaparición de estas joyas. El PSOE no quiere ni oír hablar del tema. Lo considera caso cerrado.

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